Los lectores de este recopilatorio que conozcan al Raúl Ariza
novelista, van a disfrutar descubriendo cómo surgió ese estilo que
le caracteriza. Los que todavía no lo conozcan, tendrán la suerte
de poder asistir al proceso evolutivo de un escritor de raza.
En cualquiera de los
dos casos comprobaremos como experimenta con todos los recursos que
debe conocer un escritor con un mínimo de compromiso con la
literatura. Raúl lo tiene. Sin duda. Y a ese compromiso hay que
añadir el pudor que provoca dejar para la posteridad, impreso en
papel, un texto bajo su firma. Un pudor cada vez menos común.
Inevitable el compromiso, inevitable el pudor para publicar con
Talentura. No hay muchas editoriales que se preocupen de que se
cumpla el único motivo que debe justificar que un libro se publique:
su calidad literaria.
El recopilatorio de
relatos que se nos presenta, muestra en si mismo las tres fases de
cualquier historia de ficción: inicio, nudo y desenlace.
En el inicio, con
relatos de su primer libro publicado, Elefantiasis, aparecen a
borbotones los elementos que acaban conformando el inigualable estilo
de Ariza. La elección de los puntos de vista, la construcción de la
trama, el hilado de los argumentos, la complejidad de los
protagonistas, el peso de los detalles, la dosificación de las
elipsis, las sorpresas finales o el manejo de la intriga, se combinan
en una alquimia que logra mantener el interés del lector y provocar
su reflexión. Un completo catálogo de recursos literarios que
convierten Elefantiasis en una suerte de manual.
El nudo corresponde
a La suave piel de la anaconda. Aquí
encontramos una sutil variación en sus intenciones. Mejor, se
descubre la verdadera intención que persigue el autor cuando se
sienta a escribir y que solo se intuía en Elefantiasis:
respetar,
por encima de todo, al lector. Para hacer patente ese respeto,
le da un papel activo en el triángulo que forman escritor, relato y
lector. Se sacrifica la relevancia del desenlace en los relatos,
dando mayor peso a las sensaciones. De ese modo logra llevarnos al
estado anímico que mejor convenga a cada una de las historias. Son
para ello los detalles los que ganan también mucho peso: caricias,
lunares, miradas, paredes desnudas… También en muchos de los
relatos de esta segunda parte, es más inquietante lo que no cuenta
que lo que cuenta. Otra virtud que le ayudó a convertirse en un
referente de la llamada Generación Blogger.
El desenlace lo
representa Glóbulos versos y
con él
llegan los mensajes, nítidos. Compendiando
todo lo dicho anteriormente, cobran fuerza esos temas que acompañan
a Raúl desde los inicios de
su carrera literaria: el sexo, los celos, las traiciones, las
mentiras, los abusos, el acoso, la rutina, la resignación, la
derrota y la cobardía. Temas en ocasiones muy alejados de los que
suelen ser adorados por el mundo editorial, pero que merecen también
tener su papel en la literatura. Para
ello los versos se vuelven un elemento fundamental que unas veces
resumen, otras sitúan
y muchas otras invitan a la
reflexión. Porque
sí, Raúl
también se
atreve a ser poeta.
Cabe destacar algo
más de esta trilogía y es que en cualquiera de las piezas que la
componen, descubriremos una de las principales virtudes que tiene
Raúl como escritor: sabe sumergirse en lo más profundo de sus
personajes, hasta conocer sus deseos más íntimos para convertirlos
en el motor que guía el proceso creativo. De ese modo se puede
permitir escoger para sus relatos personajes en ocasiones
aparentemente anodinos y mediocres, que incluso se convierten en sus
propios antagonistas. Son la materia prima perfecta para lograr
mostrar todos los recovecos de la condición humana. Desfilan por sus
páginas: viejos enamorados, maridos abandonados, niños que
descubren la muerte demasiado pronto, adúlteros cobardes, monjas
impuras, maltratadores adorados…
En conclusión, leer
a este Raúl nos permitirá una serena reconciliación con la
literatura. Dará igual de qué lecturas vengamos o cuáles
emprendamos. Siempre podremos volver a los relatos de este libro para
comprobar, con alivio, que la selva editorial no ha sido capaz de
devorar, de momento, a escritores como Raúl Ariza y a editoriales
como Talentura.