¿Y si la agricultura fuese la solución?
Javier Moliner, el presidente de la
Diputación de Castellón, quizá piense que sí, que la agricultura
puede ser el futuro y por eso ha prometido a la Federación
Provincial de Agricultores y Ganadores que dedicará parte del
presupuesto de la entidad provincial a detectar áreas forestales
susceptibles de ser recalificadas a agrícolas. Resulta que acaba de
descubrir que el 80 % del territorio provincial está declarado
bosque y eso parece que es inconcebible. Si esas tierras fuesen
cultivos o pastos podrían, sus propietarios, pedir ayudas a la Unión
Europea. La idea, al parecer, consiste en transformarlas en agrícolas
y después pedir las subvenciones. Dinero fácil. Los
tiempos en que el suelo agrícola se recalificaba masivamente a
urbano han pasado y al dirigente popular se le ha ocurrido que
hay que abrir una nueva era de recalificaciones, ahora le toca a los
bosques.
Dándole vueltas a esta brillante idea
de Javier Moliner se me ocurre que podría comentársela a su
compañero de filas y presidente de la Generalitat Valenciana Alberto
Fabra que tiene mucha experiencia en recalificaciones. En su etapa
como concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Castellón fue el
impulsor de muchas de ellas en el término municipal. Cuando se
juntaran, podrían revisar los beneficios que ha supuesto convertir
el naranjal que rodeaba la ciudad en descampados, perdón, en terreno
urbano. Podrían comenzar mirando las fotos que acompañan a este
artículo, son de Els Mestrets, una zona muy próxima a las
nuevas dependencias de la Diputación, así que podrían incluso
acercarse a ella dando un paseo. Se trata de un rectángulo de un
millón de metros cuadrados (cerca de 200 campos de fútbol) que
comienza junto a la carretera de Borriol y llega hasta el cuartel de
Tetuán. En él se iban a construir 6.000 viviendas, un Centro de
Convenciones diseñado por Calatrava y la sede de la VIU
presuntamente diseñada -para no ser menos- por Frank Gehry, todo
ello alejado dos quilómetros del casco urbano. El proyecto ha sido
paralizado por los tribunales pero el daño ya está hecho.
Se me ocurre también que Javier
Moliner podría pensar en meter mano a estas parcelas antes que a los
bosques. Quizá así pueda revertir el daño social y ambiental que
esta recalificación produjo, antes que a algún desaprensivo se le
ocurra pedir cuentas a Alberto Fabra.
Para valorar el daño social solo
habría que preguntar a los antiguos propietarios que fueron
empujados a vender sus huertos a las constructoras o directamente
fueron expropiados. En la mayoría de los casos tienen que añadir al
hecho de no haber cobrado todavía por sus tierras, la necesidad de
buscar otro hogar e incluso otra forma de vida.
El daño ambiental es evidente, los
nuevos propietarios se desentendieron de los huertos que se han
convertido en un enorme descampado. La desaparición de este naranjal
ha privado a la ciudad de parte del pulmón verde que la rodeaba y a la fauna de su hábitat. Si se
persigue a los propietarios de paranys para proteger a las
aves del naranjal, ¿qué habría que hacer con los impulsores de la eliminación
de su hábitat?
Probablemente ayudar al sector
agrícola de la provincia puede ser una buena idea, que además podría
ayudar a generar riqueza, pero para ello no es necesario roturar
bosques. ¿No sería más fácil recuperar las tierras que durante
siglos demostraron su fertilidad y que en su día fueron
recalificadas para proyectos insensatos? Claro que, bien pensado,
recalificando bosques nos íbamos a ahorrar un dineral en protección
de incendios.
2 comentarios:
Está todo dicho en el artículo, pero la pregunta siempre es la misma ¿hacemos algo? No sé estamos tan inmersos en tantos problemas creados por la codicia de unos cuantos que no vemos esto y al fin y al cabo todo forma parte del mismo agujero negro en el que estamos metidos.
Besitos
Gracias por tu comentario Elysa. Tienes toda la razón, el perfume de la "mierda" que nos rodea nos ha anestesiado y prácticamente no tenemos ya fuerzas más que para taparnos la nariz y seguir caminando entre ella.
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