miércoles, 19 de mayo de 2021

Niños que vienen a salvarnos

 


Marruecos utiliza su posición geográfica, sus caladeros, su papel en otros conflictos como el palestino... y todo eso lo convierte en una partida de ajedrez en la que emplea peones de carne y hueso que lanza al mar en una apertura agresiva de la partida. Pierde ante la opinión pública internacional. No le importa. Le compensa con lo que gana en los despachos. Si quieres tener perros guardianes que te hagan el trabajo sucio debes asumir estas situaciones.
Esta crisis migratoria pasará y lo que va a quedar cuando las aguas se calmen, van a ser unos miles de niños que han entrado solos en territorio español. Ahí están en la foto, hacinados y con esta primera visión de lo que les espera: Una tanqueta del ejército, adosada a dos coches de policía Nacional y Local. El mensaje que les damos es que eso es lo que vamos a ofrecerles en adelante: "Sois niños, sí, pero es con policías y soldados con los que vais a tratar mientras estéis aquí. Nada de maestros. Nada de juegos. Nada de otros niños." ¿Es ese el mensaje que les debemos dar? ¿Es ese el mensaje que nos conviene darles?
Es probable que para muchos de ellos lo mejor sería devolverlos a su hogar. Pero ¿qué hogares les esperan al otro lado de las alambradas? Puede que incluso no quede nada parecido a una familia donde crecer feliz.
Para los que vayan a quedarse con nosotros ya les tenemos preparado el futuro. Mejor, en la mayoría de los casos, la ausencia de un futuro digno. Dejarán de ser niños y los convertiremos en "menas". Les lanzaremos a los leones sin ninguna piedad. Los voceros de la xenofobia se encargarán de llamarles ladrones, asesinos y violadores. Calmaremos nuestra conciencia llamando fascistas a esos voceros y a otra cosa. No andaremos desencaminados, pero deberíamos también pensar en eso que denominamos con el eufemismo "protocolos" y que en realidad es un sistema despiadado de estropear el futuro de estos niños. Llegan aquí con ilusión y nosotros se la vamos a laminar. Los convertiremos en carne de cañón. Los consideramos un problema, cuando quizá vengan a salvarnos. En un país con uno de los índice de natalidad más bajos del mundo, Un niño nunca puede ser un problema. Esos niños deberían estar en un entorno confortable (desde luego a ser posible con su familia), recibir la mejor educación que podamos darles y ofrecerles un futuro, para que ayuden a que nuestra sociedad envejecida también lo tenga. Deberíamos preocuparnos por canalizar esa ilusión que traen, que es el mejor combustible que se puede emplear para afrontar la vida. No convirtamos esa ilusión en frustración, o en odio.
Deberíamos estar orgullosos de que haya personas ilusionadas por entrar en nuestro territorio para labrarse un futuro. El problema sería que no nos viesen como una oportunidad. El día que nadie quiera entrar en nuestro país, será el día que debamos preocuparnos de verdad.

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