Fotografía de Víctor Aranda García |
Desmantelar líneas de AVE supondría
un importante ahorro perjudicando a muy pocos viajeros. El dinero que
nos ahorraríamos en mantenimiento lo podríamos dedicar a potenciar
las líneas que verdaderamente son esenciales para la mayoría de
viajeros, las convencionales.
Fotografía de Víctor Aranda García |
El lamentable y desgraciado accidente
de la semana pasada en Santiago de Compostela -en el que han perdido
la vida 79 personas y por el que muchas otras sufrirán secuelas de
por vida- está poniendo al descubierto “lagunas” de estas
líneas. Parece que por algunas de ellas -en las
que gastamos miles de millones de euros- todavía no circulan los
trenes para los que fueron construidas. Es doloroso comprobar que
sofisticados sistemas de seguridad, como el del tramo
Orense-Santiago, que han costado cientos de millones de euros no se
utilizan (esperemos que no suceda como con los casos que se están
conociendo últimamente y su instalación no se deba solo al afán
por cobrar comisiones ilegales o ruindades semejantes).
En las primeras horas tras el
accidente, muchos expertos se apresuraron a decir que se debió dar un cúmulo de fatales coincidencias para que se produjera el
accidente. Las últimas noticias parecen indicar que no hubo tantas
coincidencias, bastó con una. Presuntamente, un simple despiste a causa de una llamada telefónica
originó el desastre. Al parecer, por esa curva maldita había pasado
muchas veces ese maquinista y no había sucedido nunca nada gracias a
él ya que el frenado en la curva solo dependía del maquinista. A
pesar de este trágico accidente, el ferrocarril sigue siendo el
medio de trasporte más seguro y lo seguirá siendo, en gran medida,
gracias a la profesionalidad de los maquinistas y el resto de
trabajadores del sector.
Fotografía de Víctor Aranda García |
Mientras tanto, las líneas
convencionales, las que utiliza diariamente el 99% de los usuarios y
las que verdaderamente ayudan a dinamizar la economía real, no han
sido potenciadas, al contrario, se han cerrado muchas líneas con el
criterio de su baja rentabilidad (criterio que curiosamente no se
emplea en el caso del AVE).
De todos modos es cuestión de tiempo,
en 2014 se liberalizará el sector y entonces Renfe y Adif (que
arrastran una deuda de 17.000 millones de euros, en gran parte
gracias a las ruinosas líneas de alta velocidad) van a tener que
cerrar muchas estaciones y líneas de AVE.
Datos: Adif, Ministerio de Fomento - El
Temps.
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