A continuación aparecen los microrrelatos recibidos y los enlaces con el resto de blogs participantes en los que se pueden leer más microrrelatos indignados:
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DIMENSIONES
La noche se despereza y exhibe su mirada lejana y parpadeante. Trenes
dormidos en la vieja estación esperan que un hombre de gorra y
uniforme les despierte el alma. Son las dos de una madrugada de
invierno. Perros deambulan ansiando lugares ausentes de escarcha. El
linyera se arma una cama improvisada de cartón y trapos para
mantener sus sueños calientes hasta que amanezca. Antes de que los
párpados se le acomoden serenos mira el cielo nocturno y siente que
cada estrella que muere deja un vacío en su corazón. Un cometa
miente una herida en la bóveda sin luna de la ciudad, y se pierde
después de que él pide sus tres deseos infinitamente repetidos y
negados. Impreciso, el rocío cae mojando las veredas por donde una
pareja trasnochada camina, besándose irreverente ante el sueño
recién estrenado de los otros. Un cartel luminoso se despierta
sobresaltado y abre, a deshora, las hojas de los árboles que creen
que despunta.
Aquel
hombre abandonado por los que pueden, sólo mide el alcance de su
oscura placidez nocturna, y no pide más.
Lidia
Castro Hernando
MAYO
EN MADRID: EL ALEPH
Veo
un tarot con las cartas marcadas, la muerte, guadañas, carros de
fuego y águilas negras que anuncian imperios. Gritos bacantes, el
odio en los labios, el mundo se expande a la luz de otros astros.
Trasgos perdidos en bosques, arcanos y cantos de brujas, sonidos de
selva, el trotar de un caballo y el grito de Akela.
Es
el rumor de los sueños y alguien que clama venganza, huelo a futuro
en las risas de un chico que brinda en la plaza, lluvia en su cara
limpiando ese barro atrasado. Sé lo que espera con ansia, corales
brillando en sus ojos, voces de un joven que acampa, página en
blanco y un sol por bandera llamada esperanza.
Carmen
Peire
LAS
NOTICIAS
En
la actualidad, los políticos y empresarios corruptos, que por cierto
parece que no hay pocos, compiten en popularidad con los famosos
deportistas y personajes del mundo de la farándula, que por
influencia de la lengua dominante y sobre todo de la televisión
empiezan a llamarse celebrities, con acento castellano.
Y
es eso, van tan impunes por la vida, tan panchos por ella, exhibiendo
su arte de “me llené los bolsillos porque me dio la gana y tú te
jodes”; como si fuese el de cualquier famoso jugador que mete un
gol de vaselina y nos lo meten por la sopa durante días en todos los
medios; o la actriz de turno que enseña media teta en la alfombra
roja y el video en yo tuve, perdón Youtube, alcanza máximo de veces
visto nunca antes conocido.
En
fin, algo está mal, como mal está que apenas se haga nada, no ya
solo contra la corrupción y el que la siembra, también contra el
que la defiende y tiene además el poder de combatirla.
El
próximo golazo que se marque que sea contra eso, promulgándolo por
activa y por pasiva en todos los medios, aunque dudo mucho tanto lo
uno como lo otro, algo harían para evitarlo tanto los unos como los
otros.
Antonio
Ortuño Casas
RELATIVISMO.
La
perversión del lenguaje, la condición de individuo desvela que cada
hombre vive en un mundo distinto. En realidad no cambia el mundo, lo
que varía es la realidad del individuo. Lo que unos sienten como
hambre otros lo llaman subsidio. El miedo del que nada tiene
contrasta de manera alarmante con la aplastante seguridad del que lo
tiene todo. El exceso de suficiencia mostrado por estos, poco tiene
que ver con las carencias crónicas en las que sumidos se hallan
aquellos. La libertad de elección no existe, le necesidad se ha
plegado a la exigencia sin paliativos que han impuesto los mercados.
Se han eliminado las fronteras en lo económico, pero en
el día a día de las personas los muros se han multiplicado. La
intolerancia viste de Prada y en opulentos despachos se negocia
dignidad siempre a precios rebajados. El Capital no da tregua, el
cielo desheredado, clama contra la injusticia del que vive como
esclavo. El poder expande su alargada sombra sobre campos
de esperanza donde la luz desvelada de un lejano amanecer precipita
nuestro ayer hacia un oscuro mañana.
Rafael
Aracil Alemañ.
REGALÍA
«¡Caracoles,
qué notición! Nos devuelven la costa, abuelo. El Señor Presidente,
en un alarde de magnanimidad, sin emplear para ello circunloquios ni
diplomacias, ordenó a los hoteleros, pilluelos de mala leche, que
derribaran muros y cercos y le devolvieran al pueblo lo que en mala
hora le esquilmaron en tiempos de neoliberalismo cruel. Eso quiere
decir en plata blanca que se acabaron las playas privadas». «Ay,
Perico, no seas maje, no dejes que las apariencias te engañen. El
tal alarde no es magnanimidad de estadista sino demagogia de
politiquero». «¿Cómo demagogia?». «Muy fácil, Perico. De esas
artimañas y embelecos están llenas las historias de nuestros
pueblos. Las multinacionales carboníferas les ganaron la partida a
las multinacionales hoteleras en lo que al reparto de nuestro pastel
se refiere. De seguro le habrán pitado una comisión más gorda a
nuestro estadista. Ahora bien, dado que por aquí sacarán el carbón
y que los muy tunantes no se cuidarán ni por un segundo de impedir
que el polvo del mismo se esparza por donde le dé la gana, estas
playas tienen sus días contados. Por tal razón, echado a perder el
negocio, los hoteleros remataron sus bienes, cobraron su
indemnización y pelaron el gallo». «Si entendí bien todo este
berenjenal, demagogia es el polvo de carbón». «No, hijo. Demagogia
es el arte de ganarse con halagos el favor popular. El polvo negro es
lo que a nosotros nos tocó del negocio de marras. Nuestra regalía,
para expresarlo en lenguaje económico».
José
A. Ramírez Barrero
EVOCANDO
A KAFKA
Amanece
Bigotudo
dictador frente a su escritorio. Un centenar de solicitudes de
amnistía frente a él. Firma la mayoría. Considera la
petición del comisario. Los ojos del difunto le recuerdan
la orden. .
La
devuelve sin firmar, con plena conciencia de la injusticia.
El
muy miserable no pudo saltar fuera de su sombra.
Atardece
Benévolo
comisario . Todos los años en épocas navideños resurge la
esperanza de pasar esas fiestas con su esposa e hijos..
Treinta
años, por crímenes que nunca cometió y por la
miseria humana de sus cancerberos que lo saben inocente, es
como mucho
La
esperanza se va por las rendijas. La dignidad sigue allí
impasible, inquebrantable.
Atardece
Bronceados,
contentos, los niños han disfrutado de una tarde de piscina y juegos
construidos para ellos por el papá. Ahora prefieren
pasar los domingos y días de visita aquí, en lugar que
el padre vaya a la casa de permiso.
El
papá es el pran[1] de la cárcel.
Anochece
Bella, cónyuge del comisario prepara la cena. Su
hija adolescente enciende la televisión. . El
dictador, anuncia haber negado la medida humanitaria para
su padre. Un incontenible llanto las inunda.
Kafka
se hubiese estremecido ante esta situación.
[1]
Pran: termino “pran” :
Prisionero/Reincidente/Asesino/Natural. Es una palabra originada en
Puerto Rico. El pran es el que controla en las cárceles el tráfico
de drogas, armas, extorsión y amenaza contra otros presos.
Deanna
Albano
EL TRATO
Erase
una vez un niño. Hoy se despierta muy pronto. La víspera ha dejado
sus zapatos junto a la ventana. Al verle colocarlos con mucho cuidado
—en paralelo— su madre no ha dicho nada. Ella nunca dice nada
desde que volvieron de aquel otro país. Su hermano mayor, apenas si
le ha hecho caso, y su padre le ha recordado que tenía que ser
razonable, que todo había cambiado... ¡Cómo si fuera necesario
recordárselo!
El niño
se acerca a la ventana y pega la nariz contra el cristal. El vaho de
su respiración va formando una ventanita en la ventana, como una
puerta gatera para miradas. De repente, un coche negro brillante se
para delante de la puerta de la casa, y el pequeño ve salir a un
extraño Papá Noel envuelto en un abrigo negro y brillante también.
¡Cuántas cosas no le gustan de este nuevo país! Pero, por si
acaso, el niño vuelve a la cama y cierra los ojos, muy fuerte. La
puerta se abre. Unos pasos. La puerta se vuelve a cerrar, y un aire
helado, halitosis del invierno, llena la habitación. El niño
entreabre los ojos... ¡Es una bici roja tal y como la había pedido!
En la
calle, el hermano mayor se despide del extraño Papá Noel.
—No te
olvides que a partir de ahora trabajas para mí —le dice el viejo
barrigudo antes de volver a desaparecer en su trineo blindado.
Dominique
Vernay Juillet
WHATSAPP
—Papá,
papá que ya no hace falta que me vengas a buscar a la salida para
llevarme la mochila. ㋡㋡
—Ni
que te traigas el banquito para que tu mano alcance mi cabeza y
así poder revolverme el pelo como cuando era pequeño. ☃
—Que
se han quedado sin fondos para el proyecto, así que ahora ya no
podré darte ni si quiera ese diez por ciento de los ochocientos
euros de la beca. ✂✂✂
—También
me dice el abuelo que él se puede hacer cargo, propone darte el
porcentaje que el gobierno ha subido este año las pensiones, pero
que como eso es una miseria, no hace falta que le vayas a buscar al
parque cada mañana para agradecérselo, como hiciste cuando te
asignó veinte euros al acabársete el paro. ◕ ‿‿ ◕ ◕ ‿‿
◕
—Y
mi hermana te recuerda que en cuanto nazca su hijo, dentro de tres
meses, ya no podrá darte nada. $$$
—Creo,
papá, que dadas las circunstancias, lo mejor es que intentes
convertirte en el amante de la vecina del quinto: sé de buena tinta
que su nuevo marido pasa mucho tiempo fuera de casa, gestionando
economías B al parecer, tiempo que tú podrías aprovechar –además
de en lo que estás pensando- en ducharte, quitarte el hambre, y esas
cosas. ( ̲̅:̲̅:̲̅:̲̅[̲̅ ̲̅]̲̅:̲̅:̲̅:̲̅ )
—Ahora
venga, vete sino hoy te quedas sin comer, que la cola del comedor
social cada día es más grande.
—Y
eso es todo. ♥ ♥ ♥ ♥. Luego te ☎
Paloma
Hidalgo Díez
DUELE
Sabía
que era ya viejo y que estaba tan oxidado que las ganas de vivir le
chirriaban. Todos habían presupuesto que se dejaría llevar y que
sacarle de casa sería tan fácil como necesario. Todos menos él.
Una
vez fuera le entró el pánico propio de los suicidas y
temía encontrarse a un agente judicial escondido tras los coches, ya
había ocurrido otras veces y no era una locura pensar en ello. En su
bolsillo la orden de desahucio parecía palpitar nerviosa, como si
sólo estuviera cómoda en casa, al abrigo de unas cortinas que
dejaban ver al público indiferente.
-Malditos
sean!, se repetía entre dientes mientras caminaba a por la
comida para la semana. Frugal a la fuerza, nada de excesos era su
máxima.
En
la tienda de barrio la gente iba y venía como bolas en una
máquina de pinball, chocando los unos contra los otros a fuerza de
desconocerse.
Pensó en
su mujer ahora enterrada. En los días que siguieron a la orden de
desahucio y a los temblores nocturnos de ambos que les hacían un
daño irreparable. Pensó en lo frágiles que se volvieron y
en cómo una mañana ella dejó de aguantar.
Volvía
a casa amarrado a una barra de pan y a una lata de sardinas que
fueron las primeras en caer al suelo, en silencio, mostrando el mundo
la indiferencia ante un cuerpo viejo muerto en el suelo, con un papel
arrugado en las manos.
Alejandro
Sánchez-Crespo Pérez
INCIERTA
GLOBALIDAD
Sentada
en el pequeño sofá, mira con desaliento sus objetos más
valiosos, no sabe cuál escoger. Una medallita con forma de corazón,
regalo de su tío al volver de Venezuela. La sortija de su bisabuela,
la que se casó en Cuba. Unas antiguas monedas, pequeño tesoro
familiar que, según le contaban, era el salario de uno de sus
antepasados en la guerra de Flandes. En una cajita, una figurilla
etrusca que le obsequió su marido en Roma, por su aniversario de
bodas.
Un
sobrecito mareado por el tiempo guarda los pendientes que le trajo de
Katmandú aquel primer novio. El cofrecillo de nácar de
Filipinas, conserva un reloj de bolsillo del padre marinero.
Sobre
la mesa, la notificación del ingreso de su hijo, allá en Canadá.
Aún le falta por llegar la ayuda del otro, el que trabaja de
repartidor en Suiza. Porque de su hija, que se fue a dar clases de
español la semana pasada a no recuerda qué ciudad de Japón,
todavía no tiene noticias.
Mientras
pasa la vista por las prendas, en el anaquel de enfrente, arrumbada
entre los libros, la bola del mundo con la que estudiaban sus hijos,
descascarillada y sin los vivos colores de antaño, parece entonar
una canción de despedida. También a ella le palpita la desazón,
navegando ríos, andando montañas, cruzando continentes.
Nada
habrá que consuele ni a la una ni a la otra.
Virginia G. Dorta
CONDENADOS
“Al
parecer hay más de una forma de conquistar una ciudad
y de
mantenerla bajo el dominio propio.”
Carta, sin fechar, de Groucho Marx a la Compañía Cinematográfica Warner
Creo
recordar que fui a su casa un día de invierno. Vi que él estaba
solo, sin la compañía de sus amigos de siempre.
—El
otro se los llevó —me dijo.
Supongo
que era invierno porque si hago memoria sobre aquel hecho y me
concentro con todas mis fuerzas, siento un frío de escarcha
cubriéndome los pies. Es posible que yo anduviese buscando las
huellas del rapto en esa escarcha, que continuara mi pesquisa dentro
de los galpones, escarbando entre las herramientas en desuso. Es
posible que caminase hasta los viejos portones de la fábrica
abandonada. No sé si fue un delirio pero entonces a mi lado
pasó un ser compuesto solo por una cabeza humana de la que salía un
vientre enorme (como si el monstruo estuviese preñado) de su ombligo
surgían hombres diminutos vestidos de traje y corbata;
trotaban a su lado procurando que la bestia no los pisoteara. Tanto
esfuerzo elegante causaba gracia. Creo que reí.
Creo
que grité mi desconsuelo.
Una
mañana el otro vino por él. Era verano. Tomé una piedra, con
un cincel grabé su nombre. Y las palabras de costumbre: "Otro
más."
Patricia
Nasello
BLANCO
Y NEGRO
-Negro
de mierda, lástima que no se hundiera la patera en la que viniste!
¿O saltaste la valla? ¡No tú no, eres más flaco que el
tobillo de un canario! Ya estoy harto de ver tanto negro por
aquí, sois demasiados, ¿sabes?
Al
joven subsahariano le temblaban las manos mientras recogió deprisa
la maleta expositora de la que pocos artículos salían. No le
temblaban por miedo, sino por la rabia contenida dentro de él,
esa que consume cuando no tiene salida, cuando el desprecio y la
soberbia de un blanco inculto merecían una contestación de
puños. Bastante tenía con tener para comer, con evitar a la policía
y ahora encima tener la mala suerte de tropezar con un borracho
que le sermoneaba cerrándole el paso. ¡Y qué gestos de
desprecio emitía! No entendía mucho todavía, apenas tenía ocasión
de hablar con la gente del país. Lo justo para enseñar su
mercancía y decir “barato, barato”. Estaba bajo el mando de
un distribuidor que le animaba a ser buen comercial, pero no
encontraba mucha clientela. Todo era tan diferente a lo
soñado...
Había
adelgazado mucho desde la salida de su país, le sobraban dos tallas
de pantalón, las zapatillas le venían un número pequeñas.
Sabía cómo duelen las estrecheces. Tenía hambre y sueño, quería
dejar al bocazas tras de sí y encontrar un sitio para dormir,
hoy que no llovía.
Petra
Dindinger
IGUALDAD
DE GÉNERO
Entró
decididamente en la casa de empeños, se paró delante del dueño y
le explicó su situación:
– Se
me han agotado los recursos y mis hijos deben comer. Vengo a venderle
lo poco que me queda: mis anhelos.
Al
hombre le calaron muy hondo las palabras de la mujer y su capacidad
de sacrificio y terminó pagándole más del doble de lo que indicaba
el catalogo que en realidad valían, sus intenciones de terminar sus
estudios de la ESO y su deseo de viajar y conocer mundo.
Cuando
al poco tiempo volvió, le comentó al hombre:
– Sabe
que yo no era consciente de la cantidad de ilusiones que tengo.
Increíble ¿no? Con la que está cayendo.
– Usted
disculpe – dijo el dueño del comercio – pero ¿no tiene algo
“más rentable” para vender?
Por
la mirada de la mujer pasaron como un rayo, la ira, la frustración y
la vergüenza, pero recobrándose con rapidez y sin alterarse le
preguntó:
– Apelo
a su sinceridad y a su hombría de bien: si estuviera en mi misma
situación, ¿sería capaz de vender su dignidad?
El
hombre bajó la cabeza abochornado y casi en un susurro le dijo que
no.
– Pues
ahí tiene usted la verdadera igualdad. A la hora de la verdad,
cuando se es buena gente no importa el sexo, el color, la religión,
el partido político, ni con que cuadro de fútbol simpatices. La
dignidad no tiene precio, ni siquiera a costa del hambre de nuestros
hijos.
Sandra
Monteverde Ghuisolfi
CÓMO
SE CONSIGUIÓ LA PIEDRA FILOSOFAL
«Este
microrrelato es pura ficción. Cualquier parecido con personas,
circunstancias o instituciones, créanlo, de verdad, es mera
coincidencia»
Crisoles,
redomas, un tribikos y el atanor del alquimista
fallecido ardieron en la hoguera, junto a las pruebas de
sus experimentos, hasta que todo quedó reducido a una masa informe
de la que no se vio escapar en ningún momento ni una sola voluta de
humo. Este prodigio confirmó las sospechas de idolatría que pesaban
sobre aquel, y el arzobispo regó con agua bendita las últimas
brasas. Fue entonces cuando una delgada columna de humo, con la
consistencia de algo sólido, ascendió durante tres días, desde
esos rescoldos hasta el cielo, donde conformó una espesa nube
similar a las de las tormentas.
Ante
la atenta mirada de todos, pues esperaban un nuevo prodigio, una
primera gota, preludio de las riquezas con las que el cielo quería
obsequiarlos, brilló contra el fondo grisáceo de la nube y fue a
caer sobre el empedrado de la plaza, donde rebotó con un tintineo
metálico y amarillo. La lluvia que estalló a continuación inundó
las calles y colmó todas sus expectativas.
La
Iglesia no tardó en reclamar como suyo aquel don divino que había
sido otorgado bajo su concurso, pero el pueblo se negó entregarlo.
La unión hace la fuerza. Por eso, para arrebatárselo tuvo que
solicitar la ayuda de las autoridades civiles y del ejército. Desde
entonces, ese mutuo acuerdo se ha consolidado, y, cuando alguna de
estas instituciones necesita oro, ya sabe cómo conseguirlo.
Rafa
Heredero García
QUERIDO
MAESTRO
Hacía
muchos años que había perdido el contacto con don Emilio y
contemplarle allí, desnudo en la azotea y lanzando proclamas a favor
de la república, heló mi corazón.
Había
sido mi maestro durante varios cursos de primaria y nos enseñó a
reflexionar sobre el valor del ser humano, debatiendo sobre la
sociedad que nos rodeaba.
Aunque
no había vuelto a verle había seguido estando muy presente en mi
pensamiento. No en vano él había forjado mi vocación de servicio
social que me había llevado a querer ser bombero.
Y
esa noche, al acudir al aviso de que había que desalojar a un loco
que se había encerrado en la azotea de su casa y reconocerle, fui yo
el que se derrumbó.
Mi
querido maestro había terminado convertido en una víctima más de
los injustos recortes sociales provocados por la crisis económica.
Tenía que subsistir con una exigua pensión, sin ayudas, cada vez
más enfermo a causa de la mala alimentación y del frío, pues no
podía pagar la calefacción en invierno.
“El
abuelo no se toma las pastillas desde que las tiene que pagar, pero
está más distraído gracias a las voces de su cabeza…” me contó
una vecina. En su senil demencia creía estar luchando contra el
régimen franquista y organizaba en su cabeza mítines que lanzaba al
vecindario con pasión juvenil.
Subí
al tejado, le abrigué con mi chaquetón reglamentario y me lo llevé
de allí. A mi casa, conmigo, donde, hace unos días, murió en paz.
Patricia
Richmond
CRÓNICA
DE OTRA MUERTE ANUNCIADA
Nos
mirábamos unos a otros imitando caras de ignorancia y perplejidad,
aunque sabíamos a ciencia cierta que todo era fruto de nuestra
propia creación, de nuestro fiel monstruo parido a escondidas en el
bosque de los apátridas.
Bien
es cierto que no conocíamos los ardides que empleaba la bruja,
raptada en los confines del tiempo, para que volvieran a creernos.
Nosotros
nos limitábamos a ofrecer grandiosos espectáculos de circo y
sabroso pan de adormidera, eso sí, siempre en las dosis prescritas
por nuestro particular Merlín, mientras disfrutábamos a escondidas,
o eso creíamos, emborrachándonos y fornicando en orgías perpetuas
olvidando la profecía.
Pero
el niño, nacido con la marca en el pecho, justo a la altura del
corazón, creció. Y cuando sus palabras agitaron tantas otras
contenidas, se abalanzó sobre nosotros tan solo con claveles como
látigos, pero con un ejercito millonario de indignados que nosotros
seguíamos llamando gamberros y perro-flautas.
Javier
Palanca Corredor
CUENTOS
A TUTIPLÉN
Érase
una vez un pirómano que incendió el banco que gestionaba, redujo a
rescoldos los ahorros de miles de clientes y se refugió de la lluvia
de cenizas en su castillo de fuegos artificiales. Y colorín
colorado, diecinueve horas entre rejas después, este cuento se ha
acabado. Qué corto, ¿verdad? Si quieren, les cuento el de un yerno
que…
Susana
Revuelta
DELIBERACIONES
DE ALTURA
No
se ponen de acuerdo. Unos hablan de una mutación del cromosoma Y.
Otros de una rara anomalía genética que provoca ambigüedad en los
genitales. Se han aportado pruebas sobre un tipo de hermafroditismo
que vuelve delicados y livianos a quienes lo sufren. En los
pasillos se cruzan expertos y asesores procedentes de todas las
disciplinas: políticos, economistas, especialistas en arte antiguo y
rabinos estudiosos de la cábala.
Mientras
en las comisiones de la Cumbre Internacional representantes de todos
los países deliberan sobre el sexo de los ángeles, yo intento
llenar el carro de la compra familiar con veinte euros.
Paz
Monserrat Revillo
NO
NOS LO PUEDEN QUITAR
Llega
a casa muy entrada la tarde, ya anochecido. Los niños dormidos, la
parienta enfadada. El día fue largo, la comida escasa y la pila de
facturas en aumento. Sin ganas de hablar, mucho menos de cualquier
otra cosa, el agotamiento y la impotencia le llevan a un sueño
inquieto, poblado de pesadillas. Se vuelve a ver en el tajo, como
cada día, sin levantar la cabeza, largas jornadas, mísero sueldo, y
quiere protestar porque además no ve a sus hijos, porque la mujer
está tan triste que no la reconoce. Pero aparecen millones de
parados que igual que zombis le quieren atacar, “no puedes, tienes
trabajo”, le repiten en una cantinela que martillea su oído y le
despierta empapado.
Al
levantarse, sonríe a la esposa por primera vez en mucho tiempo, y
dice a los chicos cuanto les quiere. Cuando llega al trabajo, reúne
a los compañeros y llaman al encargado, tienen que negociar. Después
de muchos gritos y varias amenazas, no han conseguido mucho, algo sí.
Que hoy, cuando regrese no tenga pesadillas, se duerma de acuerdo
consigo mismo. Hasta su mujer se lo nota y le mira con algo más de
orgullo.
Esther
Cuesta de la Cal
HAGAMOS
CUENTAS.
A
él nadie le avisó de que estaba “viviendo por encima de sus
posibilidades”, al contrario, al solicitar el préstamo le
invitaron a “pedir un poco más”,”así te compras la moto de
tus sueños”. Bastaron tres últimas nóminas, el aval de sus
padres y un supuesto contrato indefinido, para que el director de la
entidad garabateara su rúbrica. En una escueta reunión con el
notario, firmó su cadena perpetua: doscientos mil euros en una
hipoteca garantizada por un piso de 50 metros en un residencial a las
afueras de la ciudad que prometía ser lo más selecto de la
localidad.
Camina
hacia su hogar tras una jornada de once horas de trabajo en un centro
comercial. Las piedras se le meten por los agujeros de los zapatos,
¡dichosa calle sin asfaltar! Es domingo, cuando llegue sus hijos
estarán acostados. María esperará despierta para hacer las
cuentas. A ver como se presenta esta semana, si a ella le ponen unas
horas extra en la empresa, la pasarán con holgura. La hipoteca se lo
traga todo: se alimentó de la moto, de sus ahorros, de las reservas
de sus padres, de su despido improcedente…no deja de devorar.
A
lo lejos ve una ventana alumbrada por una vela. María ya ha apagado
las luces. Lo espera abrigada en su manta verde, a la luz de la
candela, sumergida en un libro de “baratillo”. Lo espera con la
sonrisa prendida en el rostro ¡Que afortunado es, María no tiene
precio!
Isabel
Martínez
Foto: Marta Sánchez Payerpaj |
MARIPOSAS
MONARCAS
Cada
dos por tres surgían nuevas alimañas, se descubrían nuevas
corruptelas y poderosos con diferentes métodos de eliminar personas,
iban alternándose en el poder. Los mismos perros con distintos
collares.
Jules
se cansó de discursos vacíos. Recorrió paisajes sin territorio y
supo de insurgentes y otras maneras de defenderse.
Descubrió
que existían otros seres cuya fuerza estaba en las miradas, aquellos
que parecían nadie porque a fuerza de ser intocables, menguaban
hasta pasar de puntillas por la vida. Sintió que había algo más
que mariposas monarcas y decidió dar voz a esas personas que
saborean cada minuto, los que arrastran alegría allí donde
pisan. Las que vuelan por mercados ambulantes, entre senderos sin
destino.
Esas
personas que lo son porque no saben de miedos, las que contagian de
forma imperceptible, el gusto por vivir.
Aquellos
a los que siguen matando aunque disminuyan las guerras encubiertas, o
las hambrunas por sequías, denegando subvenciones en cooperación.
Marta
Sánchez Payerpaj (Deolas Ymares)
HUÉRFANOS
Para
qué, papá, nos traen acá, para qué, preguntaban voces
sin rostro. Algunas hablaban quechua, pero los lamentos no necesitan
traducirse; la desesperación posee un código que todos sabemos
descifrar. Traían ojos hinchados, mejillas lustrosas, trenzas a
punto de desatarse. Las ropas sucias, rasgadas. Arrastraban palas
levantando polvo de camino al cementerio. Las pateábamos,
obligándolas a continuar. Del gentío salían brazos intentando
tocarnos, las distanciábamos hincándolas con los cañones de
nuestras armas. Disparábamos al aire si se envalentonaban o
escapaban. Para qué, papacito, nos traen, se
quejaban. Les hicimos cavar con sus manos, primero, durante horas,
hasta que sangraron sin uñas. La tierra se hacía barro rojizo. Con
la cacha del fusil les reventábamos la ceja o les rompímos la
cabeza si se detenían. Suficiente no es con matarnos
nuestros esposos, papá, clamaban arañando el suelo. Solo
cuando no pudieron más con las manos les lanzamos las palas. La
compasión no existe cuando se cumplen órdenes. Para nosotros ya
estaban muertas, antes o después no importaba. Fumamos escuchando
cumbia en una radio a pilas, matábamos el rato. No nos maten
papacito, suplicaban, nosotros de nada culpa
tenemos. Cavaron un agujero tan grande como para albergar
nuestros pecados, les ordenamos parar cuando ya cabían adentro. Se
abrazaron, ancianas, madres e hijas. Entonces, empezaron a gritar más
fuerte, aquellas mismas voces desgarradoras que vengo escuchando
desde entonces. Quién pues va a cuidar nuestros hijos, papá,
gritó una de ellas antes de que una voz ordenara abrir fuego.
Christian
Solano
AL OTRO LADO DEL CRISTAL
-¿Qué
crisis?, el sitio a tope. Sábado por la noche y mira, todo el mundo
con su cervecita y su tapa. Y aquí estamos, esperando mesa porque
sin reserva no hay quien pille una.
-¡Ya te digo!, nosotros fuimos el otro día a reservar hotel para el puente y por poco nos quedamos sin habitación, ¡estaba casi completo!, yo no entiendo nada…
En ese momento, al otro lado del cristal, pasaba por la acera la señora Laura, la mujer de Pepe, el dependiente de la ferretería del barrio, ya jubilado. Vestía con la misma ropa de hace unos años pero manteniendo un porte discreto y digno. Dio la vuelta a la esquina y entró en ese mismo restaurante. En la mano, una bolsa de ésas que se llevan para hacer la compra al mercado aunque eran las 10 y media de la noche. El encargado, conocido suyo, la pasó a la cocina y se la llenó con sobras de ese día y alimentos caducados de esa semana.
Desde hacía año y medio vivía con ellos su hija, su yerno y sus dos nietos.
Ese domingo, en casa de la señora Laura, comerían los seis de restaurante.
-¡Ya te digo!, nosotros fuimos el otro día a reservar hotel para el puente y por poco nos quedamos sin habitación, ¡estaba casi completo!, yo no entiendo nada…
En ese momento, al otro lado del cristal, pasaba por la acera la señora Laura, la mujer de Pepe, el dependiente de la ferretería del barrio, ya jubilado. Vestía con la misma ropa de hace unos años pero manteniendo un porte discreto y digno. Dio la vuelta a la esquina y entró en ese mismo restaurante. En la mano, una bolsa de ésas que se llevan para hacer la compra al mercado aunque eran las 10 y media de la noche. El encargado, conocido suyo, la pasó a la cocina y se la llenó con sobras de ese día y alimentos caducados de esa semana.
Desde hacía año y medio vivía con ellos su hija, su yerno y sus dos nietos.
Ese domingo, en casa de la señora Laura, comerían los seis de restaurante.
Sandra
Sánchez González (Pulgacroft)
SIN
TÍTULO
Un
lunes más con sabor a cola del INEM, a bronca con el casero, a
bocata y fuga en un bar del centro, a frustración hecha costumbre.
De
vuelta a casa, le invadió el olor a gas como una bofetada. Del
sopapo, su rostro se giró hacia el aparador, donde yacía inerte un
sobre rasgado con la carta del desahucio ya anunciado.
Caminó
despacio hasta el dormitorio, alzando cada paso cual ave migratoria,
mirando lo que se deja atrás. Hizo balance de sus 2 últimos años
juntos en cada respiración. La inauguración con amigos del primer
día de alquiler, la fecha en que estrenaron el nuevo colchón, las
manos de Manuel al nacer, su pecho dándole vida y a continuación,
el caos. El cierre de la fábrica, su despido “procedente”, las
llaves que en otros momentos abrieron puertas y ahora cierran sueños.
Entornó
la puerta pausadamente. Los encontró sobre la cama. Abrazados,
con los ojos cerrados, sonrientes, invitándole en silencio a
descansar con ellos. Se dejó embriagar del olor del niño, del
perfume de su mujer.
Abrió
la mesilla y acarició el Zippo que ella le regaló.
El
gorjeo asustado de las palomas se hizo mudo en el estruendo.
MALDITOS RECORTES
Nadie
hubiera sospechado que aquel hombre de mediana edad, bien rasurado y
correctamente vestido que paseaba por el interior de El Corte Inglés
curioseando vitrinas de joyas, estuviese tramando la comisión de un
delito. Mientras la sonriente dependienta le mostraba un valioso
anillo de diamantes, que según dijo quería obsequiar a su novia
como regalo de pedida, lo cogió, lo introdujo en su bolsillo y salió
a toda leche, quebrando ágil y velozmente cual Messi cuarentón al
grueso custodio que intentó capturarle. Una vez franqueada la salida
se detuvo y esperó en el exterior, arrodillado, con las manos en la
nuca y la sortija en la boca, a los vigilantes que habían iniciado
su persecución cuando se activaron las alarmas. El ladrón solicitó
muy educadamente que llamasen a la Policía, pues quería que le
sometieran a un juicio rápido y le enchironasen; estaba ya dos años
en el paro, no encontraba empleo y le habían desalojado por impago
del piso que tenía alquilado. Prefería ir a la cárcel, donde al
menos dispondría de alojamiento gratis y comería de caliente. Se
trataba, en definitiva, de que la sociedad y sus representantes le
devolvieran lo que le habían quitado, directa o indirectamente.
Lo
que no sabía el pobre desgraciado, porque no estaba al día de las
últimas noticias, es que ya no había Policía, ni Juzgados, ni
Prisiones. El Gobierno había suprimido todos esos servicios, por
deficitarios. Tendría pues que conformarse con una buena paliza.
Rafa
Sastre
(IN)
SEGURIDAD CIUDADANA
Y
es por tu bien. No pongas esa cara. Nosotros sabemos que si te reúnes
con más de tres amigos seguro que se os ocurren ideas absurdas. Ya
sabes, más vale prevenir que con sangre entra, la letra que curar y
quien a mal árbol se arrima mal acaba, o algo así. Fíjate,
simplemente has saludado a ese individuo y algo en tu cara ha
cambiado. Es una expresión extraña, noto que de tu cabeza va a
brotar algo: un pensamiento nuevo que sólo te traerá problemas.
Seguro. Hazme caso es lo mejor. Por tu seguridad, por la nuestra, por
la de todos, por la nuestra. Quédate en casa y cierra la ventana,
baja las persianas. Ahora con la primavera los pájaros se vuelven
locos, y los árboles echan hojas nuevas, las flores brotan, y los
pájaros, esos malditos pájaros, las golondrinas, sus chillidos.
Baja la persiana, no escuches sus cantos, no sea que te entren ganas
de salir volando y luego pasa lo que pasa. Que te conozco, os
conocemos. Trabaja, consume, trabaja, duerme, trabaja, ve la tele,
trabaja, duerme pero no sueñes no sea que, siéntate, mira, sólo
mira. Calla. Shhh, por tu bien, shhh.
Rosana
Alonso
OTRO
DRAMA
El
griterio está alarmando al vecindario. Ella le implora: "¡Eso
no Cari, eso no!", pero en el octavo piso la paliza arrecia; y
es tan intensa que la mujer queda allí, en el suelo, inerte, muerta.
El
agresor, su pareja, al ver que no se mueve, tiene un momento de
lucidez: ha matado a "su Cari" (se apodan el uno al otro
del mismo modo).
A
continuación se arroja por el balcón, mientras se escucha la sirena
de la policía.
Josu
Insausti
GLOBALIZACIÓN
El
despertador, un Casio fabricado en China, comienza a sonar. Mohammed
se levanta soñoliento, con un ligero dolor de cabeza. Ayer se acostó
tarde viendo una comedia americana. Después de lavarse la cara
comienza a vestirse, hoy en vez de sandalias se ata unas Nike falsas
cosidas en Vietnam que encontró a buen precio en el mercado. Con los
mlaoui dulces y el té del desayuno se sirve un zumo de
naranja Granini mientras escucha las últimas noticias por la radio:
el país florece económicamente, multitud de grupos inversores
quieren depositar su capital aquí. Insha’Allah. Ya en el autobús,
de camino a su trabajo en una multinacional hortofrutícola, una
doble valla de seis metros proyecta su sombra sobre la carretera. En
lo más alto todavía pueden verse restos de ropa enganchados al
alambre de espinos.
Juan
Naranjo García
VICTORIA
Se aproximaba la hora y al contrario que los actores consagrados, ella que no era más que una principiante en esto de actuar ante un nutrido público, se sentía relajada y feliz. Esta vez sabía que no había manera de fracasar, esta vez triunfaría.
Así, sonriente y decidida, se dirigió al balcón, abrió las puertas, se apoyó en la barandilla y orgullosa comprobó el éxito de asistencia. Todo el mundo estaba allí; cuerpo de seguridad del estado para ella solita, para su seguridad, algún alto cargo de la ciudad, un público entregado que gritaba algo que ella ya no podía oír bien...y los amigos, que, debía ser por la emoción, lloraban...
Victoria abrió los brazos, como había visto hacer a las divas y sin pensárselo más...ya no quedaba tiempo...se arrojó a la gloria.
Cinco pisos más abajo el público arremolinado sobre ella fue unánime en la crítica; ¡éxito rotundo, drástico,convincente...!
¡¡¡Aplastante Victoria...aplastada!!!
Trinidad Grande Pardo
Dar la espalda |
LIBRE
MERCADO
En las afueras de París una valla publicitaria exhibe a una modelo eslava de dieciocho años, de ojos rasgados y larga cabellera rubia, descubierta por un fotógrafo en una calle de Moscú, que anuncia un perfume de Dior a cambio de un contrato millonario.
Bajo la valla, junto a cada una de las farolas de las aceras del boulevard que conduce al centro de París, bellezas eslavas de dieciocho años, de ojos rasgados y largas cabelleras rubias, secuestradas por mafiosos en las calles de Moscú, se ofrecen a los conductores de los vehículos a cambio de cuarenta euros.
Carmen de la Rosa
LA
CURIOSIDAD DEL NIÑO
El
papá saharaui le explica a su hijo de ocho años:
―Mira
Brahim, sé que tienes curiosidad por ir hacia aquel lugar, pero no
puedes ir, no te adentres nunca en el desierto por allí, porque hay
kilómetros y kilómetros de alambres de espino en los que puedes
engancharte y que te desgarrarían la piel y morirías desangrado, y
hay miles de bombas enterradas en la tierra que no se ven y que si
las pisas te matarán, y hay muchos soldados vigilando que al verte
pueden dispararte y matarte, así que te ruego hijo mío que no vayas
por allí nunca porque tu vida correría gravísimos peligros.
El
niño pregunta entonces a su padre:
―Pero
papá, ¿qué es lo que hay allí que ponen tantas cosas malas que
matan a la gente si se acerca? ¿hay monstruos? ¿hay demonios? ¿hay
ríos de lava? ¿hay pozos profundos? ¿qué hay papá? dime, nunca
me has dicho y yo quiero saberlo.
A
lo que contesta el hombre:
―Hijo
mío, allí está nuestro país, nuestro hogar, nuestra familia.
Juan
Fran Núñez Parreño
TODO
SIGUE IGUAL
A
pesar de que el gobierno, Europa y los grandes actores de la economía
se calienten la boca, alardeando una y otra vez de que hemos empezado
a salir de la crisis, todo sigue igual.
Está claro que esos señores no se pasean por algunos barrios donde gran parte de la población no tiene en que ocupar su tiempo, porque les han despedido, o por los comedores sociales a los que por desgracia acuden más a menudo familias normales, que ni en sus peores pesadillas se imaginarían en esos escenarios, a no ser ocupando su tiempo como voluntarios.
Tampoco deben frecuentar los aeropuertos donde en vez de despedir a jóvenes que van de Erasmus, sus padres y amigos les acompañan para darles ánimos en su incierta aventura emigratoria.
A lo mejor es que están habituados a visitar otros lugares, el que frecuentan esa escasísima y privilegiada minoría que se ha enriquecido merced al sacrificio de miles y miles de familias.
Estas personas han visto como de la noche a mañana lo han perdido todo, su trabajo, su casa o han visto rebajados sus sueldos a niveles vergonzosos.
Pero ni siquiera así los poderosos han logrado hacer que esa gente haya perdido su dignidad.
Está claro que esos señores no se pasean por algunos barrios donde gran parte de la población no tiene en que ocupar su tiempo, porque les han despedido, o por los comedores sociales a los que por desgracia acuden más a menudo familias normales, que ni en sus peores pesadillas se imaginarían en esos escenarios, a no ser ocupando su tiempo como voluntarios.
Tampoco deben frecuentar los aeropuertos donde en vez de despedir a jóvenes que van de Erasmus, sus padres y amigos les acompañan para darles ánimos en su incierta aventura emigratoria.
A lo mejor es que están habituados a visitar otros lugares, el que frecuentan esa escasísima y privilegiada minoría que se ha enriquecido merced al sacrificio de miles y miles de familias.
Estas personas han visto como de la noche a mañana lo han perdido todo, su trabajo, su casa o han visto rebajados sus sueldos a niveles vergonzosos.
Pero ni siquiera así los poderosos han logrado hacer que esa gente haya perdido su dignidad.
Gloria
Arcos Lado
LIBERTAD
DE EXPRESIÓN
Raúl Garcés Redondo
INFAMIA
EN LAS FRONTERAS...
Infamia
en las fronteras porque, a veces, no son los recursos naturales ni la
historia. Son los niños los que tienen el mayor precio para que
empiecen a exterminar pueblos.
Me
llamo Boris, vivo en Crimea, tengo doce años, mi madre
últimamente está alterada,
papá
llega cada día más tarde y la abuela, que nunca se separa de
una foto, llora más de la cuenta, presagiando un peligro cercano.
En
el colegio ahora pintamos flores cantando canciones raras, algunos
profesores están nerviosos, han quitado banderas y sólo miran el
reloj antes de cada cambio de clase. Otros, están felices y
han empezado a explicarnos que nosotros somos rusos y no
ucranianos, luego nos dan un premio por cada cosa que sepamos de
un señor llamado presidente.
Mamá
vuelve a deambular por la cocina y habla bajito con la abuela.
Pasan
camiones a cada hora y esta noche no se oye más que el susurro de
unas voces lejanas, tengo frío y se han oído unos disparos
como en las películas americanas pero cerca de una calle que no
dejan jugar, esto parece una guerra pero no lo es.
De
día la gente sonríe, hay periodistas en las cantinas, pero por la
noche ocurre que el silencio es un lobo hambriento y me manda a
dormir muy pronto.
Hoy
la abuela ha gritado y mamá se ha desmayado, han entrado varios
hombres, papá ha caído en una emboscada.
Sabes,
esto no es una guerra pero lo parece.
MATROUSKA. Lluïsa LLadó.
SIENDO
MUJER
Sierra
Madre de Chiapas… ahí pude morir de más joven porque carecía de
servicio médico. Antes, si te macheteabas un dedo, tu única cura
era atarse un girón del vestido más vaporoso y rezar por no cruzar
la frontera de la muerte, perdiéndose en su abrazo agrio, como
cuando los niños que quedaban sin comer por días ante una mala
cosecha, de mañana no despertaban más.
Tuve
fiebres por la infección de mi dedo, ¿qué son las medicinas si yo
tenía mis propios remedios?: ¡té negro, oraciones a la luna, una
limpia con la sangre de una gallina negra como si tuviera mal de ojo!
No, no había doctor en aquella tierra perdida del señor.
Sobreviví
porque organizaciones extranjeras (siempre la mano ajena, nunca tu
misma raza) demoliendo las paredes de lo recóndito, hablaron en un
extraño español de que la salud de las jóvenes indígenas se
parecía a de las prostitutas colombianas que años atrás habían
atendido también con sus manos blancas y enguantadas. Mujeres que
ola tras ola estaban muriendo, ellos lo llamaban
“enfermedades venéreas”, para mí sonaba como demonios
carcomiendo las entrañas de mujeres porque muchos hombres pagaron
por comerse “sus castidades”.
Los
doctores, esos visitantes rubios y amables me dijeron lastimosamente,
“eres tan joven, no temas por lo que voy a hacerte”, pero era muy
tarde, estaba embarazada. Me revisaron delicadamente y trataron como
un ser igual a ellos, se especializaban en diagnosticar VIH... eso no
me alcanzó, pero sí a alguien que conocí.
María
del Carmen Macedo Odilón
SIN
IMPORTANCIA
Giró
la cabeza hacia el lado izquierdo. Zapatos acharolados avanzaban por
las baldosas en una y otra dirección. Firmes y decididos, con prisa,
pisaban con la ingravidez de un felino que apenas rozaba el suelo.
Giró la cabeza hacia el lado derecho. Zapatos de cordones con medias
azules y faldas plisadas. El autobús de las ocho realizó su parada
habitual mientras un tropel de mochilas con ruedas se acercaba en una
fila ordenada de uniformes azules. El tiempo de los transeúntes
nunca se detenía en su esquina. Su tiempo había fallecido tras el
cartel luminoso del Banco en la acera de enfrente. Cambió de
posición cruzando las piernas. Se mordió una uña mientras pensaba
en sus miserias absorto por las manchas de los chicles pisoteadas.
Acomodó en su regazo el trozo de pizarra y el cazo. Miró el reloj
de la Iglesia. Las nueve de la mañana, hora del cambio de números.
Hurgó en el bolsillo de su abrigo raído y extrajo una tiza blanca.
Borró el número de hijos, uno, y sumó uno más, dos. Sabía que
cuando regresaran las escolares en el autobús de las cinco, sólo
una de ellas se detendría para preguntarle cómo se pueden tener
ocho hijos y vivir en la calle. Él contestaría lo de todas las
tardes: los números sólo importan cuando se traducen en dinero.
Laura Garrido Barrera
LA
SOLEDAD DE LOS POBRES
La
abuela se encontraba tejiendo como todas las tardes al calor de la
lumbre, sentada en la residencia. Hacía apenas un año que la habían
trasladado allí después de que el banco se quedara con su casa de
siempre, tras haber avalado con su propiedad a su único hijo.
Pero
la ilusión de su vida se convirtió también en su infierno, al ser
expulsado de su trabajo.
Cómo
resultado, además de sumida en la miseria también se
encontraba completamente sola.
Su
hijo, incapaz de superar el sentimiento de culpa, cuando los
funcionarios del juzgado se disponían a realizar el
lanzamiento de su propiedad, se arrojó por el balcón.
UNO
DE LOS NUESTROS
Una
vez aquí, solo queda dar el último paso para llegar a nuestro lado.
No te va a costar. Tienes ya el camino despejado. Lo que te queda es
un juego de niños después de haber avanzado olvidando a los
pensionistas, ignorando a los dependientes y despreciando a los
parados, mientras observabas, sin pestañear, cómo derribábamos la
educación y la sanidad pública para que tú siguieses avanzando.
Elegiste
bien, te convertiste en un buen discípulo. Te recuerdo repitiendo
las proclamas. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
“Los recortes son necesarios”. “Estamos saliendo de la crisis”.
En tu boca sonaban más convincentes que en los televisores. Has
hecho un buen trabajo.
En
realidad, no tenías otra opción, ¿quién escogería ser un paria,
cuando se puede escoger ser uno de los nuestros?
Da
ese último paso, marca la casilla de la iglesia y
recibirás tu regalo de bienvenida. Una estúpida sonrisa
de autosatisfacción. Te sentará bien.
Miguel
Torija
22 comentarios:
http://pequenastretas.blogspot.com.es/2014/05/pmi-2014.html#links
Necesaria esta oleada de indignación.
En mi blog, también:
http://www.elcobijodeunadesalmada.blogspot.com.es/2014/05/recien-electo.html
Abrazos para todos.
Aquí adjunto el enlace de mi participación en PMI 2014.
http://escribenicolasjarque.blogspot.com.es/2014/05/de-figurantes-primavera-de.html
Abrazos colectivos.
Mi participación:
http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/2014/05/marioneta.html
Saludos.
Seguimos en el alambre.
http://arktos-themis.blogspot.com.es/2014/05/mala-praxis-despojo-indignado.html
http://josseluiss.blogspot.com/2014/05/el-espejo.html
Mi aportación:
http://lolasanabria.blogspot.com.es/2014/05/primavera-de-microrrelatos-indignados.html
Y la mía.
http://xn--microsealesdehumo-lxb.blogspot.com.es/2014/05/deconstruccion-en-la-pmi-2014-y-en.html?m=0
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
un año más indignados:
http://purificacionmenaya.blogspot.de/2014/05/primavera-de-relatos-indignados-2014.html
Mi micro para este día:
http://microrrelatosalpormayor.blogspot.com.es/2014/05/brotes-verdes.html
Saludos a todos, indignados o no
Mi barricada para hoy:
http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es/2014/05/la-hora-de-las-hoces.html
Ya estoy en la alambrada desde aquí:http://elystone.blogspot.com.es/2014/05/hasta-los-suenos.html
Besitos
Hola a tod@s.
En mi blog también estamos en la alambrada:
http://platonenmismanos.blogspot.com.es/2014/05/el-vuelo-de-la-silla.html
En esta alambrada tambien dejo el enlace a lo que tengo que decir.
http://unchindepalabras.blogspot.com/2014/05/con-empleos-opuestos.html
Saludos.
aquí también:
http://arrimadosalasombra.blogspot.com/
Amigos:
Aquí les dejo mi participación,
http://cuervosparatusojos.blogspot.mx/2014/05/bancarrota.html
Saludos a todos.
Mi contribución
http://laincreiblemujermenguantee.wordpress.com/2014/05/15/15-demayo-3a-jornada-de-microrrelatos-indignados/
Me sumo: http://pativanesca.blogspot.com/2014/05/los-cuatro-palos.html
También en mi blog http://patriciarichmond.blogspot.com.es/2014/05/primavera-de-microrrelatos-indignados.html?spref=tw
Gracias por esta alambrada indignada. Ojalá sirva para algo!
Saludos desde la alambrada de minificciones
Ha sido un gran honor participar con tan sensibles escritores en esta Primavera de Relatos 2014. Desde Mar del Plata, Argentina un abrazo afectuoso para todos. Lidia Castro Hernando.
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