Hoy
termina la primavera y llega una nueva edición de la Primavera de
Microrrelatos Indignados (PMI). En esta ocasión el tema escogido son
las desigualdades sociales y económicas.
La
PMI 2017 pretende que hoy,
20 de junio de 2017, la red se llene de microrrelatos que traten
sobre las desigualdades sociales y económicas que se expanden
gracias al capitalismo salvaje y a la globalización
deshumanizada.
Los intereses políticos, económicos, militares se imponen a los de los seres humanos y eso provoca grandes desigualdades entre los habitantes del planeta.
Los intereses políticos, económicos, militares se imponen a los de los seres humanos y eso provoca grandes desigualdades entre los habitantes del planeta.
Todavía
estás a tiempo de participar en este enlace.
Aquí tienes los blogs y relatos que han llegado hasta el momento.
BLOGS
Pliegos volantes, Dominique Vernay, Lo absoluto no existe, El decantador de letras, Microrrelatos al por mayor, El rincón de Nicolás Jarque, Eternidades y pegos, Petites Històries, Potaje de palabras, ¡ay maricarmen!, Montes de Toledo, cienporcienpalabras, Versos a flor de piel, Teesperojuana 1, Teesperojuana 2, Teesperojuana 3, Elena Casero
RELATOS SIN BLOG
DE
UN LADO Y DEL OTRO
De
un lado…
Anne vomita. Solo es un amargo líquido amarillento. Hace semanas que no tiene nada que llevarse a la boca. No comer no es una novedad, pero ahora sospecha que se ha contagiado de dengue. Su minúsculo cuerpo de treinta y cinco años duda si podrá resistir esta vez. Recostada en su choza intenta conciliar el sueño. Su marido ya murió, y ahora es su hija Josephine de trece años quien la cuida. Los otros tres pequeños hacen las tareas habituales para que la familia pueda sobrevivir: buscan leña, acarrean agua, venden lo que encuentran en el vertedero…Por la mañana les escucha salir de la choza canturreando despreocupados. Anne no se queja. Sabe que si va a morir, no puede hacer nada… Cierra los ojos. Josephine, con los ojos humedecidos, le acaricia suavemente mientras mira fijamente a la cámara.
Y
del otro…
Ana no puede dejar de pensar en sus “problemas”: este año no podrán irse de vacaciones a Londres, tendrá que despedir a la secretaria, ha engordado cuatro kilos de nuevo…No es capaz ni de saborear el plato de espaguetis a la carbonara que le ha preparado su marido y los engulle sin más. No escucha cuando Josefina, su hija, le cuenta, dicharachera, que por fin ha sacado un diez en matemáticas. Tumbada en su sofá con chaise-longue, es una “vieja” de treinta y cinco años, oronda, que no es capaz de dibujar una sonrisa. “Pon la tele”, le grita a Josefina. La primera imagen es el de una niña llorando mientras acaricia a su madre; abajo un rótulo resume el trabajo de una ONG. Ana solo es capaz de exclamar: “Quita eso, ya tengo bastante con lo mío”.
AUTORA:
María Requena (España)
LA
CENA
Percebes,
cigalas y gambas. Un besugo y un capón. Herminia piensa que hay
demasiada comida. La cena es sólo para ella y don Anselmo, el nuevo
párroco que ha llegado procedente de las oficinas del palacio del
Arzobispo.
Se dirige a la iglesia, a misa de 12. En la escalera, una mujer joven con su niña en brazos pide limosna. Una idea le pasa por la cabeza.. En la sacristía, don Anselmo comprueba las existencias del vino y de las obleas, que pronto se convertirán en la sangre y el cuerpo de Cristo. Cuando Herminia le dice que serán dos invitadas más a cenar, una sombra de duda se refleja en el rostro del sacerdote.
-Pero, son trigo limpio?
Se dirige a la iglesia, a misa de 12. En la escalera, una mujer joven con su niña en brazos pide limosna. Una idea le pasa por la cabeza.. En la sacristía, don Anselmo comprueba las existencias del vino y de las obleas, que pronto se convertirán en la sangre y el cuerpo de Cristo. Cuando Herminia le dice que serán dos invitadas más a cenar, una sombra de duda se refleja en el rostro del sacerdote.
-Pero, son trigo limpio?
AUTOR:
Pepe Sanchis (España)
UNA
HALLUDA POR FABOR
El
primer rayo de sol que entra por la ventana ilumina el rincón de la
casa donde se ha refugiado.
Un sucio calendario en la pared le recuerda que hoy es 25 de diciembre.
Con un nudo cierra la bolsa de plástico con los restos de la cena de anoche: dos manzanas, una caja de galletas, y un cartón de vino que le dieron en la puerta del súper.
Escribe el mensaje con un rotulador. Confía en llegar al corazón de la gente que acude a misa ese día.
Apostado junto a la iglesia, ve llegar a una señora mayor, de las de abrigo de piel, guantes y bastón, acompañada de su chófer.
Al pasar a su lado, extiende hacia él una mano vacía y le señala el cartón:
- Pero, hombre de Dios, qué barbaridad, "halluda" se escribe sin H y con Y griega; y "por fabor" se escribe con V ¡Qué torpe es usted, así no llegará a ninguna parte!
Y dirigiendo el bastón hacia la puerta de entrada, le dice al chófer:
- Venancio, ayúdame por favor, no me quiero perder el Evangelio.
Un sucio calendario en la pared le recuerda que hoy es 25 de diciembre.
Con un nudo cierra la bolsa de plástico con los restos de la cena de anoche: dos manzanas, una caja de galletas, y un cartón de vino que le dieron en la puerta del súper.
Escribe el mensaje con un rotulador. Confía en llegar al corazón de la gente que acude a misa ese día.
Apostado junto a la iglesia, ve llegar a una señora mayor, de las de abrigo de piel, guantes y bastón, acompañada de su chófer.
Al pasar a su lado, extiende hacia él una mano vacía y le señala el cartón:
- Pero, hombre de Dios, qué barbaridad, "halluda" se escribe sin H y con Y griega; y "por fabor" se escribe con V ¡Qué torpe es usted, así no llegará a ninguna parte!
Y dirigiendo el bastón hacia la puerta de entrada, le dice al chófer:
- Venancio, ayúdame por favor, no me quiero perder el Evangelio.
AUTOR:
Pepe Sanchis (España)
SIETE
DE LA MAÑANA
Calle
de la Victoria, número 89. Hay un dispositivo frente a la casa. Una
docena de números de la Policía Nacional dirigidos por dos cabos y
un sargento. A su lado, un funcionario de la Oficina Judicial da
lectura a un documento:
-“En cumplimiento de la Resolución 1776/2017 emitida por el Sr. Magistrado- Juez del Juzgado de Instrucción número 37 de esta ciudad, se ordena el desalojo de esta vivienda de forma inmediata. “. Por favor, dejen trabajar a la Justicia.
En el umbral, dos ancianos con batines de colores sujetan a una niña que mira asustada.
La niña se suelta y se mete entre las piernas de los Policías. En su mano, un osito de peluche. Se sitúa debajo del sargento y le ofrece el juguete, diciéndole:
-Oye, tú… tú también tienes una niña como yo? Cómo se llama? Y qué está haciendo ahora?
Tras un minuto de espeso silencio, el sargento le coge el osito. Y le contesta:
-No. Yo tengo un niño que se llama Tomás. Ahora estará durmiendo. Todavía no es hora de ir al colegio.
La niña, ladeando su cabeza le replica:
-Yo… yo también voy al cole. Y yo…yo también estaba durmiendo. Pero habéis venido vosotros y me habéis despertado.
El sargento le devuelve el osito, se dirige a sus hombres y les ordena:
-Vámonos. Dejemos dormir a la niña.
-“En cumplimiento de la Resolución 1776/2017 emitida por el Sr. Magistrado- Juez del Juzgado de Instrucción número 37 de esta ciudad, se ordena el desalojo de esta vivienda de forma inmediata. “. Por favor, dejen trabajar a la Justicia.
En el umbral, dos ancianos con batines de colores sujetan a una niña que mira asustada.
La niña se suelta y se mete entre las piernas de los Policías. En su mano, un osito de peluche. Se sitúa debajo del sargento y le ofrece el juguete, diciéndole:
-Oye, tú… tú también tienes una niña como yo? Cómo se llama? Y qué está haciendo ahora?
Tras un minuto de espeso silencio, el sargento le coge el osito. Y le contesta:
-No. Yo tengo un niño que se llama Tomás. Ahora estará durmiendo. Todavía no es hora de ir al colegio.
La niña, ladeando su cabeza le replica:
-Yo… yo también voy al cole. Y yo…yo también estaba durmiendo. Pero habéis venido vosotros y me habéis despertado.
El sargento le devuelve el osito, se dirige a sus hombres y les ordena:
-Vámonos. Dejemos dormir a la niña.
AUTOR:
Pepe Sanchis (España)
NATIVO
Ante
ellos, nativos. Perfectos, verdes, aureolados. Con sus uñas negras
de tierra virgen y oraciones misteriosas. Tengo pavor. Temblamos de
pies a cabeza. Temo explicar que todos los caminos conducen al mar
que nunca verán, capitán, mi capitán. Me arrodillé entonces, como
hoy, y lavo sus piernas con toda mi tristeza, lo más tiernamente que
puede un hijo del mediterráneo. No por ello, dejaremos de ser
conquistadores y amargas bestias.
AUTOR:
Antonio Medinilla (España)
EL
DESAHUCIO
Lo arroja todo: la comida, las penas, la angustia y las penurias de los últimos tiempos. Y sigue vomitando unos lapos verdes, gelatinosos, mezclados con los últimos desamores y tres recibos devueltos de la hipoteca.
Cuando oscurece ,la cabeza le destila alquitrán como una autopista en agosto. No se atreve a acercarse a la mirilla por temor a ver a algún desconocido con un papel en la mano. Ha puesto periódicos en la ranuras de la puerta para que no puedan meter nada por debajo. Además, habla con sus hijos y les prohíbe hasta respirar . "No quiero ruidos, esta casa está vacía". Y ellos empiezan a estar muertos.
Lo arroja todo: la comida, las penas, la angustia y las penurias de los últimos tiempos. Y sigue vomitando unos lapos verdes, gelatinosos, mezclados con los últimos desamores y tres recibos devueltos de la hipoteca.
Cuando oscurece ,la cabeza le destila alquitrán como una autopista en agosto. No se atreve a acercarse a la mirilla por temor a ver a algún desconocido con un papel en la mano. Ha puesto periódicos en la ranuras de la puerta para que no puedan meter nada por debajo. Además, habla con sus hijos y les prohíbe hasta respirar . "No quiero ruidos, esta casa está vacía". Y ellos empiezan a estar muertos.
AUTORA:
Catalina Saavedra (España)
LOS
TRABAJADORES EMPOBRECIDOS, UNA NUEVA CLASE SOCIAL
Amelia
estaba muy preocupada. Ese mes le llegaba el seguro del coche y no
sabía cómo iba a pagarlo. Y eso que había conseguido por fin un
trabajo después de estar durante tres años en el paro. Pero, aunque
hacía más horas que en su anterior empleo, Amelia había tenido que
aceptar un salario muy inferior, un veinte por ciento menos. Lo malo
era que, con lo que ahora cobraba apenas le llegaba para pagar la
hipoteca, los recibos y para comer sin darse demasiados caprichos.
Por eso, el mes en el que tenía que afrontar algún pago
extraordinario, se las veía negras. Tendría que pedir que le
adelantaran parte de la extra para poder pagarlo, no tenía otra
salida. Ahora sabía a que se referían en la tele cuando hablaban de
la nueva clase social, la de los "trabajadores empobrecidos".
Ahora no sabía cuando iba a cambiar su suerte y por fin podría
volver a recuperar todo lo que había perdido...
AUTORA:
Gloria Arcos Lado (España)
MUCHOS
SIGUEN EN CRISIS
Aunque
el pico de la crisis se había difuminado un poco, para algunos
todavía continuaba.
Ese era el caso de María. Por mucho que el Gobierno repitiese que las cosas habían mejorado, ese no era su caso.
Siendo madre soltera, con una hija de diez años y una minusvalía, se las veía negras para llegar a final de mes.
Con sus problemas físicos, de espalda e intestinales, había muchos trabajos que no podía desempeñar.
Por eso había aceptado cuidar a una anciana. Tenía que hacerle la limpieza, acompañarla a la compra, a pasear o al médico. Pero la mujer, con una pensión escuálida, apenas podía pagarle unos 300 euros.
Con eso apenas le llegaba para pagar el alquiler y la luz. Por eso se veía obligada a recurrir a la ayuda alimentaria que ofrecían la Cruz Roja y Cáritas.
Su hermana y su madre le ayudaban a pagar los libros y la ropa de la pequeña para evitar que pudiera sentirse una marginada.
En el pasado, la joven madre había trabajado en Hostelería pero le faltaban apenas cinco meses para lograr una jubilación por enfermedad.
Y aunque veía su futuro muy oscuro, delante de la niña seguía sonriendo, mientras le aseguraba que vendrían tiempos mejores.
Ese era el caso de María. Por mucho que el Gobierno repitiese que las cosas habían mejorado, ese no era su caso.
Siendo madre soltera, con una hija de diez años y una minusvalía, se las veía negras para llegar a final de mes.
Con sus problemas físicos, de espalda e intestinales, había muchos trabajos que no podía desempeñar.
Por eso había aceptado cuidar a una anciana. Tenía que hacerle la limpieza, acompañarla a la compra, a pasear o al médico. Pero la mujer, con una pensión escuálida, apenas podía pagarle unos 300 euros.
Con eso apenas le llegaba para pagar el alquiler y la luz. Por eso se veía obligada a recurrir a la ayuda alimentaria que ofrecían la Cruz Roja y Cáritas.
Su hermana y su madre le ayudaban a pagar los libros y la ropa de la pequeña para evitar que pudiera sentirse una marginada.
En el pasado, la joven madre había trabajado en Hostelería pero le faltaban apenas cinco meses para lograr una jubilación por enfermedad.
Y aunque veía su futuro muy oscuro, delante de la niña seguía sonriendo, mientras le aseguraba que vendrían tiempos mejores.
AUTORA:
Gloria Arcos Lado (España)
L’ULTIMA
MONEDA. (Conte versificat)
N'hi
havia un home que no sabia què fer amb la seva última moneda. I si
me la canvio de butxaca, va pensar, i en trobar-me-la sóc una moneda
més ric. Peró això no funciona així. I si la planto al costat de
seves i enciams esperant els fruits, i si la llenço a una font i
demano aquest desig, i si compro a un amic que em doni copets a
l'esquena quan estigui trist...Peró no, això no funciona així.
Amoïnat es va adreçar a un amic demanant-li la solució. Tinc un
gran problema, no sé què fer-ne amb la meva última moneda, li va
dir.
Peró el seu amic estava molt enfeinat donant de menjar a uns ancians desprotegits i li va respondre aquest: posa't en aquesta línia, dóna tu el segon plat i ja parlarem després.
I en acabar com a voluntaris varen ser convidats a seure a taula, li van servir una tassa de brou calent, carn o peix, i per postres flam, fruita o gelat, i tot i així es queixava l’homenet :
- Aquesta és la solució- respongué l’amic-, de mentres tu estàs tan amoïnat que no saps on gastar la teva última moneda has ajudat a menjar a aquells que no tenen ni la primera per gastar. Oi que t'has estalviat aquests diners? I no tan sols això sinó amics nous, un plat calent i molts cors agraïts has guanyat. I aquesta hauria de ser la conclusió: Com més dónes més ens tens.
Peró el seu amic estava molt enfeinat donant de menjar a uns ancians desprotegits i li va respondre aquest: posa't en aquesta línia, dóna tu el segon plat i ja parlarem després.
I en acabar com a voluntaris varen ser convidats a seure a taula, li van servir una tassa de brou calent, carn o peix, i per postres flam, fruita o gelat, i tot i així es queixava l’homenet :
- Aquesta és la solució- respongué l’amic-, de mentres tu estàs tan amoïnat que no saps on gastar la teva última moneda has ajudat a menjar a aquells que no tenen ni la primera per gastar. Oi que t'has estalviat aquests diners? I no tan sols això sinó amics nous, un plat calent i molts cors agraïts has guanyat. I aquesta hauria de ser la conclusió: Com més dónes més ens tens.
AUTOR:
Quin Valiente (Espanya)
LA
ÚLTIMA MONEDA (Cuento versificado)
Había un hombre que no sabía qué hacer con su última moneda. Y si me la cambio de bolsillo, pensó, y al encontrármela soy una moneda más rico. Pero esto no funciona así. Y si la planto junto a las lechugas esperando los frutos, y si la tiro a una fuente y pido este deseo, y si compro a un amigo que me dé palmaditas en la espalda cuando esté triste ... Pero no, esto no funciona así. Preocupado se dirigió a un amigo pidiéndole la solución.Tengo un gran problema, no sé qué hacer con mi última moneda, le dijo.
Pero su amigo estaba muy ocupado dando de comer a unos ancianos desprotegidos y le respondió: ponte en esta línea, da tú el segundo plato y ya hablaremos después.
Y al terminar como voluntarios fueron invitados a sentarse a la mesa, le sirvieron una taza de caldo caliente, carne o pescado, y de postre flan, fruta o helado, y aún así se quejaba el hombrecillo:
- Esta es la solución- respondió el amigo-, mientras tú estás tan preocupado que no sabes dónde gastar tu última moneda has ayudado a comer a aquellos que no tienen ni la primera para gastar. ¿A que te has ahorrado ese dinero? Y no sólo eso sino amigos nuevos, un plato caliente y muchos corazones agradecidos has ganado. Y esta debería ser la conclusión: Cuanto más das más tienes y no pienses en gastar.
AUTOR:
Quin Valiente (España)
DE
LOS OLVIDADOS. Canción
Veo
un jubilado sentado en un banco del parque.
Olvidado el parque olvidado el jubilado.
Tirando migas de pan para por las palomas ser comidas.
Olvidadas las aves olvidadas las migas,
Veo un anciano que entra en campo y se queda mirando.
Olvidado el campo olvidado el anciano.
Veo que se agacha el indigente para disputar por las sobras.
Olvidadas las sobras olvidadas las obras.
Veo que junta las migas y se hace un chusco un poco más grande.
Olvidado el chusco olvidada su hambre.
Veo que come lentamente ante el jubilado que mira con pena.
Olvidado el jubilado olvidado el indigente.
Veo que el anciano sale de campo saciando su ansia con migas ajenas.
Olvidada el ansia olvidada la pena
Pero yo no puedo ni debo ni quiero
olvidarme de ellos.
Olvidado el parque olvidado el jubilado.
Tirando migas de pan para por las palomas ser comidas.
Olvidadas las aves olvidadas las migas,
Veo un anciano que entra en campo y se queda mirando.
Olvidado el campo olvidado el anciano.
Veo que se agacha el indigente para disputar por las sobras.
Olvidadas las sobras olvidadas las obras.
Veo que junta las migas y se hace un chusco un poco más grande.
Olvidado el chusco olvidada su hambre.
Veo que come lentamente ante el jubilado que mira con pena.
Olvidado el jubilado olvidado el indigente.
Veo que el anciano sale de campo saciando su ansia con migas ajenas.
Olvidada el ansia olvidada la pena
Pero yo no puedo ni debo ni quiero
olvidarme de ellos.
AUTOR:
Quintín Valiente (Cataluña, España)
IGUAL
QUE TODOS
Durante
los años de la burbuja inmobiliaria, Antonio López Ortiz, con su
empresa de construcción ALOSA, dando pelotazos urbanísticos,
corrompiendo a políticos y funcionarios, y explotando a sus
trabajadores, ganó cientos de millones de euros. Aprovechando su
enorme poder económico se hizo accionista mayoritario de Caja
Meridional, tomando así el control absoluto de la entidad. Ordenó
que a su empresa se le concedieran los créditos más ventajosos, en
muchos casos a fondo perdido. Decidió que no se tuviera ninguna
consideración con quien no pagase las hipotecas, «ninguna piedad
con los morosos» decía. A pesar de sus humildes orígenes, nació
en el seno de una familia campesina, desde que se convirtió en un
hombre rico se consideró superior a todos los demás. Pensaba que la
desigualdad económica y social era algo lógico en esta sociedad, el
éxito y el dinero eran para los valientes emprendedores sin
escrúpulos que aprovechaban las oportunidades que les ofrecía el
capitalismo. Eso de la igualdad de clases era una idea utópica de
comunistas y parásitos. No le tembló el pulso cuando despidió a la
mitad de los trabajadores de su plantilla durante la crisis, ni tuvo
ninguna piedad cuando esas familias eran desahuciadas de los pisos
que les vendió su empresa al no poder pagar sus deudas, «son
negocios, no es nada personal», decía.
Hoy, Antonio, con solo cincuenta años, ha muerto de un infarto al ser imputado en una trama de corrupción. Nunca pensó que, al final, la muerte iguala a todos.
Hoy, Antonio, con solo cincuenta años, ha muerto de un infarto al ser imputado en una trama de corrupción. Nunca pensó que, al final, la muerte iguala a todos.
AUTOR:
Juan Fran Núñez Parreño (España)
EN
EL TREN
Anoche,
en el tren, entre los estudiantes que regresan a casa, me encuentro
sentado junto a Rosa. Tiene veinticinco años y nació en Nigeria. Es
una inmigrante ilegal. Vive en un barrio de inmigrantes. Cada día, a
las seis de la tarde, los trenes cargan cientos de chicas como Rosa.
Se van a vender su cuerpo, bajo la "protección" de un
aparato mafioso, y la mayor parte de sus ingresos va a los aparatos
que les explotan. Hubo amigas de Rosa que fueron asesinadas y
quemadas, por la noche, en el camino.
Durante la conversación, las chicas se preparan para el trabajo. Un maquillaje pesado. Mientras tanto, Rosa me habla de los clientes, de la mafia y la droga que constituyen su realidad de todos los días. Con sencillez, se pregunta por qué nadie parece saber que no tienen otra opción, tienen que arriesgar su vida cada noche en la calle.
La estación se acerca. Las chicas de Nigeria se han terminado de poner el maquillaje. Empaquetan las zapatillas y llevan tacones. Juguetes, "problemas sociales", casos en las noticias. Se fueron de los oasis y los campos fértiles, unos para recoger migajas de la ayuda internacional, otros para vender basura en las ciudades de los blancos.
Aquí el ritmo de la vida cotidiana está marcado por el dinero, los objetos vendidos en cada esquina, al igual que los cuerpos de las niñas, la vida sin la gran familia, sin el pueblo, sin el árbol sagrado de los antepasados.
Durante la conversación, las chicas se preparan para el trabajo. Un maquillaje pesado. Mientras tanto, Rosa me habla de los clientes, de la mafia y la droga que constituyen su realidad de todos los días. Con sencillez, se pregunta por qué nadie parece saber que no tienen otra opción, tienen que arriesgar su vida cada noche en la calle.
La estación se acerca. Las chicas de Nigeria se han terminado de poner el maquillaje. Empaquetan las zapatillas y llevan tacones. Juguetes, "problemas sociales", casos en las noticias. Se fueron de los oasis y los campos fértiles, unos para recoger migajas de la ayuda internacional, otros para vender basura en las ciudades de los blancos.
Aquí el ritmo de la vida cotidiana está marcado por el dinero, los objetos vendidos en cada esquina, al igual que los cuerpos de las niñas, la vida sin la gran familia, sin el pueblo, sin el árbol sagrado de los antepasados.
AUTOR:
Alberto Arecchi (Italia)
ABDEL
EL AFRICANO
Abdel
es africano y está viviendo el sueño de vivir en el primer mundo.
No tiene trabajo estable pero disfruta de su libertad, lejos de la
opresión de aquella aldea sucia y maloliente de su Congo natal. Aquí
nadie le amenaza con un kalasnikov ni le acosan por ser de etnia
minoritaria. Hoy le toca vender algo que le ha conseguido su amigo y
casi hermano Kadir, con el que comparte un piso de cincuenta metros
cuadrados. Un estrecho camastro y un hornillo eléctrico son todas
sus posesiones. Son banderas de colores, con vistosas franjas rojas y
amarillas, que le van a dejar un buen margen de ganancia.
A Abdel le han contado que todos los hombres son iguales, que un día podrá traer a su mujer y su hijo, a los que apenas puede telefonear una vez por semana, podrá comprar una casa decente e incluso un coche. Ahora está en una tierra distinta, muy diferente al polvo rojizo al que se acostumbraron sus pies de niño. Pisa asfalto y cemento, come bien y reza cuando puede. Pero las personas no hablan con él ni le miran a la cara. Está orgulloso del color de su piel pero sabe que eso no le beneficia. Dicen que pronto habrá un gran acontecimiento y esas banderas serán el símbolo de un nuevo país, donde gente como él tendrá documentación y un futuro mejor. Mientras tanto, tiene que patear la calle y colocar ese producto a personas a las que apenas entiende.
A Abdel le han contado que todos los hombres son iguales, que un día podrá traer a su mujer y su hijo, a los que apenas puede telefonear una vez por semana, podrá comprar una casa decente e incluso un coche. Ahora está en una tierra distinta, muy diferente al polvo rojizo al que se acostumbraron sus pies de niño. Pisa asfalto y cemento, come bien y reza cuando puede. Pero las personas no hablan con él ni le miran a la cara. Está orgulloso del color de su piel pero sabe que eso no le beneficia. Dicen que pronto habrá un gran acontecimiento y esas banderas serán el símbolo de un nuevo país, donde gente como él tendrá documentación y un futuro mejor. Mientras tanto, tiene que patear la calle y colocar ese producto a personas a las que apenas entiende.
AUTOR:
Miguel de Azuara (Miguel Angel Magallón Ansón) (España)
BAJO
EL CARTEL
El
vagabundo juzgo apropiado el lugar y se tumbo en la acera, bajo un
cartel publicitario de colchones y sommiers, a dormir.
AUTOR:
Ezequiel González Trama (Argentina)
LA
CENA
Eran
las 4 am. Hacía frío y su estómago se retorcía haciendo resonar
el concierto del hambre. Tenía ocho años y hacía meses que vivía
en la calle. Había decidido no regresar a su casa, una vez que el
tipo que vivía con su madre la había golpeado hasta dejarla
maltrecha en el piso húmedo de cemento, corriéndolo a él con una
navaja, por intentar defenderla. Ahora, sentado en el umbral de esa
antigua casa abandonada, esperaba que el restaurante cercano
cerrara.
Fue en ese preciso instante cuando los empleados sacaron –como de costumbre- la bolsa negra de consorcio con los deshechos de la jornada. Matías, aguardó hasta que los trabajadores se retiraron. Luego, la luz del comercio de comidas finalmente se apagó. No había ni un alma en la calle. Entonces, envuelto en las heladas tinieblas de la noche helada y solitaria, comenzó a revolver la basura, buscando entre esos restos hediondos, su magra cena.
Fue en ese preciso instante cuando los empleados sacaron –como de costumbre- la bolsa negra de consorcio con los deshechos de la jornada. Matías, aguardó hasta que los trabajadores se retiraron. Luego, la luz del comercio de comidas finalmente se apagó. No había ni un alma en la calle. Entonces, envuelto en las heladas tinieblas de la noche helada y solitaria, comenzó a revolver la basura, buscando entre esos restos hediondos, su magra cena.
AUTORA:
Nidia Cristina TINEO (Argentina)
TRAGICA
OBRA
El
escultor Gerhard Demetz, utilizando madera de tilo, concibe tristes
figuras de niños oprimidos con su cabeza gacha, expresión
melancólica o pensativa, mirada perdida u ojos cerrados mostrando,
además, su opresión mediante elementos que de una forma u otra
paralizan o limitan sus movimientos de tal forma que no exhiben la
actitud entusiasta y lúdica que se espera de ellos, tratando de
remover las entrañas del espectador con estas criaturas
desorientadas y heridas por la irresponsabilidad de los adultos. Con
su obra Gerhard Demetz ha logrado fama internacional.
La humanidad entera observa impasible la tragedia de esos otros niños de carne y hueso, oprimidos, con su cabeza gacha, expresión melancólica o pensativa, mirada perdida y ojos cerrados que mueren de hambre cada día. La insolidaridad internacional es la causa de su opresión mediante el dictado de leyes injustas que limitan su existencia privándoles de llegar a conocer la actitud entusiasta y lúdica a la que todo niño tiene derecho, convirtiéndolos en criaturas desorientadas, heridas y finalmente, muertas.
Así, la sociedad entera se ha convertido en artífice de una vergonzante y trágica obra.
La humanidad entera observa impasible la tragedia de esos otros niños de carne y hueso, oprimidos, con su cabeza gacha, expresión melancólica o pensativa, mirada perdida y ojos cerrados que mueren de hambre cada día. La insolidaridad internacional es la causa de su opresión mediante el dictado de leyes injustas que limitan su existencia privándoles de llegar a conocer la actitud entusiasta y lúdica a la que todo niño tiene derecho, convirtiéndolos en criaturas desorientadas, heridas y finalmente, muertas.
Así, la sociedad entera se ha convertido en artífice de una vergonzante y trágica obra.
AUTOR:
José Luis Chaparro (España)
DOS
MARÍAS
María
va a ser madre y siente la experiencia como un acto sublime, tanto
como la fabricación del arte o la fabricación de un
pensamiento.
Percibe en su interior un amor incondicional por el hijo aún no nato. Ella, esa privilegiada a la cual se le ha concedido el don de estar entre las grandes. En apenas unas horas ya ha tomado conciencia de la importante decisión de vida, ya tiene el corazón dispuesto y la mente abierta para hacerlo. Mira la cuna familiar cargada de oropeles donde ahora dormirá su hijo y recorre habitaciones y canastos infundiendo pasiones maternales con un pesado liquido en el vientre. Mientras ciñe de fuerza sus lomos, elige los colores del futuro entre sedas, tafetanes y batistas, perforadas de un sin fin de colores que ya forman parte de su alma.
María va a ser madre y se enfrenta a las contradicciones derivadas de la propia precariedad de su existencia.
Percibe en su interior los sentimientos de desolación y desaliento. Fatigada, confusa y con sorpresa siente en el futuro, aún incierto, la amenaza más temida. María, igual que Cenicienta, espera hoy algo que, desde el exterior, venga a transformar su triste cuerpo repleto de fluidos maternales y, así, a través del ser que prende de su vientre sea redimida de su suerte. Mientras empeña una y otra vez los brazos, que entre ollas ajenas y sin canastos, evidencian la sobrecarga y el cansancio.
María subordinada y sentenciada piensa que sería un sacrilegio despreciarlo.
Percibe en su interior un amor incondicional por el hijo aún no nato. Ella, esa privilegiada a la cual se le ha concedido el don de estar entre las grandes. En apenas unas horas ya ha tomado conciencia de la importante decisión de vida, ya tiene el corazón dispuesto y la mente abierta para hacerlo. Mira la cuna familiar cargada de oropeles donde ahora dormirá su hijo y recorre habitaciones y canastos infundiendo pasiones maternales con un pesado liquido en el vientre. Mientras ciñe de fuerza sus lomos, elige los colores del futuro entre sedas, tafetanes y batistas, perforadas de un sin fin de colores que ya forman parte de su alma.
María va a ser madre y se enfrenta a las contradicciones derivadas de la propia precariedad de su existencia.
Percibe en su interior los sentimientos de desolación y desaliento. Fatigada, confusa y con sorpresa siente en el futuro, aún incierto, la amenaza más temida. María, igual que Cenicienta, espera hoy algo que, desde el exterior, venga a transformar su triste cuerpo repleto de fluidos maternales y, así, a través del ser que prende de su vientre sea redimida de su suerte. Mientras empeña una y otra vez los brazos, que entre ollas ajenas y sin canastos, evidencian la sobrecarga y el cansancio.
María subordinada y sentenciada piensa que sería un sacrilegio despreciarlo.
AUTORA:
Teresa Hípola Romero (España)
CLASSES
Senyora
de la neteja: està despedida.
AUTOR:
Jonatan Molina (Espanya)
MILLENNIAL
Era
vegano-ecologista-budista, hasta que se percató que el auto que le
regalaron sus papás y lo que hicieron sus papás para pagarlo, era
mucho más perjudicial que todo aquello que hacía para preservar las
ideologías por las que tanto peleaba.
AUTOR:
Aback Villegas Prado (Perú)
ANIMALES
Cuando
el diseñador de modas anunció que había utilizado pieles de
animales en su última colección, todos en el público aplaudieron,
emocionados; pero cuando los modelos empezaron a desfilar sus
vestimentas hechas con piel humana, provenientes de los cazadores
furtivos y otros diseñadores que utilizaban pieles de animales en
sus colecciones, los aplausos del público se transformaron en gritos
de horror y asco.
AUTOR:
Aback Villegas Prado (Perú)
CARTA
AL REY
La
gente se ríe de mi cuando les digo.Cualquier día le escribo una
carta al rey algo que francamente no llego a entender porque escribir
una carta a Su Majestad no es tan difícil no Además es el Rey de
España el deber hacer algo ante mis propuestas,ante mis
indignaciones porque soy muy pequeña pero me siento así.Siento que
vivimos en una sociedad en la que si estás por encima de tu peso te
llaman gorda pero claro si estás por debajo te dicen que tienes
anorexia Tampoco si eres mujer puedes llevar ropa de chico o llevar
el pelo rapado te llamarían machorra pero si eres hombre y te
pintas,te dejas el pelo largo te vistes con ropa de mujer te
tacharían de maricón pero Cuidado que si tu pareja es de tu mismo
sexo te pueden pegar por besarte en la calle.Y,¿que me dices de las
personas que están sin techo mientras que otras ganan 3000 euros al
mes A veces pienso Si en la Tierra es el único sitio que se ha
demostrado que hay vida porque no la cuidamos un poco Porque no
respetamos a los seres humanos que habitan en la Tierra si detrás de
cada ropa,religión,color de piel existen las mismas personas Pienso
que cada uno de nosotros debería pensar un poco más en nuestro
actos y tener algo de empatía porque al fin y al cabo son seres
humanos como tú.
AUTORA:
Reyes (Reyes Contreras Hidalgo) (España)
CAPITALISMO
VORAZ
-No
te quejes tanto que tienes trabajo, tal y como están las cosas-dijo
Sandra-. Mientras la prostituta se ponía sus bragas de encaje
blancas, ensangrentadas y rotas.
AUTORA:
Lucía T. C (España)
LOS
TIEMPOS
El
tiempo que transcurre para Hernán no es el mismo tiempo que
transcurre para Marília. Hernán envía cartas y respira la
nostalgia. Marilia cuando tiene tiempo libre responde a correos
electrónicos. Hernán espera que llegue a la liquidación. Marilia
recoge zapatos.
Autor:
Brunno Vianna de Andrade (Brasil)
LA
ÚLTIMA CENA
"Nunca
supo la familia que esa era la última cena", dijo el policía
forense al periodista de crónica roja. "Creemos que el padre
consiguió fabricar el veneno con químicos adquiridos en una
farmacia cualquiera", afirmó, "y los mezcló muy
sutilmente con la salsa". El periodista no sabía como empezar
la noticia. Le parecía que el crimen lucía demasiado perfecto:
todos los miembros de la familia vestidos de negro, el mantel, los
candelabros, los langostinos y el pavo, delataban el festín digno de
cualquier final. Casi no requirió preguntar al policía qué
contenía el sobre con la carta que se hallaba sobre la mesa,
simplemente tituló: "Familia se suicida por deudas"
AUTOR:
John Solís Rodríguez
OTRA
DE DESIGUALDADES
Kilos,
toneladas de basura, la producimos en serie, y tan contentos. En ella
se va riqueza, abundante, con la que se podría disminuir la pobreza
en el otro extremo. Polos opuestos que sin embargo vinculan la
desigualdad cada vez mayor entre los pueblos del mundo.
¿Necesitamos producir quizá tanto para producir a su vez más puestos de trabajo, aquí y allí?. En un lado, peleando para mantener los derechos, y obligaciones, conseguidos tras duros años de lucha. En el otro, para explotar como si fueran animales de carga. Lamentablemente esa bipolaridad no logra reducir distancias.
He visitado muchos países, dispares unos de otros, como lo son muchos en su propio interior, en regiones y ciudades. Éstas convirtiéndose muchas en enormes urbes, creciendo a un ritmo insostenible y ahondando cada vez más en las desigualdades entre los pobladores. Sociedades mixtas en lo social, perdiendo sus propias identidades por alcanzar un modelo económico, que no existe como tal y se adultera por los intereses de una globalización con las armas de la corrupción y el tráfico material de personas y mercancías peligrosas.
Es un sálvese quien pueda, disfrazado de discursos propagandísticos de uniformados líderes con el traje almidonado.
No importa la ciudad o el lugar en el que estés, las bolsas de basura o las zapatillas de deporte de marca producida por esclavos modernos nos delatan un mundo por desgracia bien desigual también en lo social y económico.
¿Necesitamos producir quizá tanto para producir a su vez más puestos de trabajo, aquí y allí?. En un lado, peleando para mantener los derechos, y obligaciones, conseguidos tras duros años de lucha. En el otro, para explotar como si fueran animales de carga. Lamentablemente esa bipolaridad no logra reducir distancias.
He visitado muchos países, dispares unos de otros, como lo son muchos en su propio interior, en regiones y ciudades. Éstas convirtiéndose muchas en enormes urbes, creciendo a un ritmo insostenible y ahondando cada vez más en las desigualdades entre los pobladores. Sociedades mixtas en lo social, perdiendo sus propias identidades por alcanzar un modelo económico, que no existe como tal y se adultera por los intereses de una globalización con las armas de la corrupción y el tráfico material de personas y mercancías peligrosas.
Es un sálvese quien pueda, disfrazado de discursos propagandísticos de uniformados líderes con el traje almidonado.
No importa la ciudad o el lugar en el que estés, las bolsas de basura o las zapatillas de deporte de marca producida por esclavos modernos nos delatan un mundo por desgracia bien desigual también en lo social y económico.
AUTOR:
Antonio Ortuño Casas (España)
UNA
MADRE INFELIZ
Doña
Josefina Rodriguez Lo abraz sin dejarlo continuar y tan efusivamente
como solía hacerlo cuando era niño tomas el nico hijo que prodigaba
su cariño ahora en sus abrazos tenerlo ahora cerca por s era muy
extraño acostumbrada a discusiones exageradas y trasnoches el había
sido respetado de forma intimidante por todo el barrio por ser
delincuente peligroso Su aspecto callejero Infundía en su mirada
clara y pícara temor Tantos atracos y homicidios le dieron el mote
de tomas cuchillo con las chicas mantenía intactos sus naturales
aires de conquistador al igual que su aspecto de dembowsero rompedor
urbano pero algo extremo vistiendo siempre T-shirt anchos con jeans
estrechos y aretes ya fueran amarillos verdes o azules En las miradas
de un grupo de menores del barrio quienes dejaron de chatear por sus
celulares para observarle advertía que aún ejercía sobre las
mujeres una respetable fascinación Pero qu haces en Gua ley pequeño
cabrón Estás como es Mantenía su forma callejera de hablar de
siempre y su voz tan maliciosa como entonces le hizo recordar sus
conversaciones y su bajo mundo Sus andanzas con agresivos pandilleros
las bandas de naciones de las que tomas siempre sacaba tajada y que
eran a menudo su salvación económica los parties que era capaz de
organizar en caseríos del Ozama repletas de sopletes y platas de los
atracos ventas de drogas su maravillosa casa familiar en pleno barrio
reuniones con los denominados King Fue sometido a 7 años de prisión
y hoy regresaba dame
AUTOR:
Brayner Abrahan Gomez Baez (República Dominicana)
SOCIEDAD
(DES)ARROLLADA
Primero
entregó a su recién nacido, por el que le dieron 7.000 dólares. No
lo llamaron venta porque el contrato se hizo antes de la concepción
y por algún que otro detalle más. Pero ella sobreviviría con ese
dinero durante un tiempo. Más tarde entregó un riñón; pensó que
podría seguir viviendo con el que le quedaba. Luego pidieron una
pierna de un niño de 11 años, como el suyo, y también lo entregó.
Después fue un ojo, el brazo de la niña, las manos del bebé…
Todo se fue para aquella organización que ayudaba a personas que lo
necesitaban.
Un día le pidieron sus cuerdas vocales, y ella, entonces, roja de ira, les miró de frente con el único ojo que le quedaba y dijo con voz clara: ¡Esas no! ¡Esas las necesito para maldeciros!
Un día le pidieron sus cuerdas vocales, y ella, entonces, roja de ira, les miró de frente con el único ojo que le quedaba y dijo con voz clara: ¡Esas no! ¡Esas las necesito para maldeciros!
AUTOR:
Gotzone Butron (España)
ATENTADOS
La
redacción del periódico parecía un hormiguero amenazado por el
fuego: todos los periodistas corrían de un lado para el otro en
busca de la fuente que pudiera revelarles el último dato que
publicar.
Emet entró con su mochila al hombro, cansado pero decidido, dispuesto a realizar por fin la misión que le había traído hasta estas tierras. Al presentarse en la recepción, dijo que tenía información de primera mano acerca del atentado, y al recepcionista se le iluminaron los ojos; esta era su oportunidad, por fin podría demostrar que él también tenía madera de periodista. Sacó su libreta y preguntó:
- ¿Cómo ha dicho que se llama?
- Emet
- Muy bien Emet, cuénteme.
- Pues verá… - tuvo que respirar hondo para contener las lágrimas que llevaban días intentando escapar -, yo me encontraba en la aldea, junto a mi mujer, cuando llegaron los hombres de Boko Haram y…
- ¿Boko Haram? – el recepcionista le interrumpió - ¿Pero usted de qué atentado me habla?
- Del de la semana pasada en Nigeria
- Muy bien, pase a la sala de espera.
Emet entró con su mochila al hombro, cansado pero decidido, dispuesto a realizar por fin la misión que le había traído hasta estas tierras. Al presentarse en la recepción, dijo que tenía información de primera mano acerca del atentado, y al recepcionista se le iluminaron los ojos; esta era su oportunidad, por fin podría demostrar que él también tenía madera de periodista. Sacó su libreta y preguntó:
- ¿Cómo ha dicho que se llama?
- Emet
- Muy bien Emet, cuénteme.
- Pues verá… - tuvo que respirar hondo para contener las lágrimas que llevaban días intentando escapar -, yo me encontraba en la aldea, junto a mi mujer, cuando llegaron los hombres de Boko Haram y…
- ¿Boko Haram? – el recepcionista le interrumpió - ¿Pero usted de qué atentado me habla?
- Del de la semana pasada en Nigeria
- Muy bien, pase a la sala de espera.
AUTOR:
Jorge Ramos (España)
ESPAÑA
2035 (O LO QUE QUEDE DE ELLA), AÑO 2035
-Mis
padres se están planteando vender a mi abuelo a la fábrica de
pienso animal.
-¿Y eso?
-Está insoportable. Cada vez que tiene que ir a mendigar para costearse su manutención, se pone a llorar.
-¿Qué tiene?
-No sé, no para de nombrar una cosa que llama pensiones.
-No me suena de nada.
-Creo que es como se les llamaban en los tiempos viejunos a los hoteles baratos.
-Ni puta idea.
-Luego habla de cosas muy extrañas: años cotizados, derechos, dignidad, estado del bienestar…
-Está chocheando.
-¡Fijo!
-¿Y eso?
-Está insoportable. Cada vez que tiene que ir a mendigar para costearse su manutención, se pone a llorar.
-¿Qué tiene?
-No sé, no para de nombrar una cosa que llama pensiones.
-No me suena de nada.
-Creo que es como se les llamaban en los tiempos viejunos a los hoteles baratos.
-Ni puta idea.
-Luego habla de cosas muy extrañas: años cotizados, derechos, dignidad, estado del bienestar…
-Está chocheando.
-¡Fijo!
AUTOR:
Héctor Olivera (España)
UN
SUEÑO POR UNA VIDA
¿Porque
no me compras una bici, mama? No tenemos dinero, Clarita. Pero mamá,
quiero una bici. Me porto bien y estudio mucho y saco buenas notas.
Pero Clarita, ya sabes que yo no puedo gastar en eso con lo que gano
en mi trabajo. Ya mamá pero yo la quiero.
Clarita, cumplía 7 años ese día. La fiesta de cumpleaños se redujo a soplar una velita en un donut y unos zapatos nuevos. Viviendo en el Centro de Barcelona, tenían la suerte de tener un piso de renta antigua pero que, por ese mismo motivo, el propietario del bloque no mantenía adecuadamente. Las fincas continuas habían sido reformadas y alquiladas o vendidas a precios del mercado actual. Pero el bloque donde vivía Clarita había sido abandonado a su suerte y también, abandonado por los que allí sobrevivían.
Clarita lloró mucho ese día. Soñaba con ir al parque por las tardes y que saldría más de aquel piso húmedo y ruidoso.
Poco antes de su octavo cumpleaños, declararon en ruinas su bloque y los trasladaron a un piso compartido de protección oficial. Clarita tuvo que cambiar de colegio, no vio más a sus amigos de clase y también perdió su refugio que era su habitación.
Clara Montes tiene ahora 40 años y vive sola en un pequeño piso de 30 metros a las afueras de Barcelona. Recuerda muy a menudo como su madre nunca le pudo comprar una bicicleta, cada vez que por el sobrepeso que padece le duelen las rodillas.
Clarita, cumplía 7 años ese día. La fiesta de cumpleaños se redujo a soplar una velita en un donut y unos zapatos nuevos. Viviendo en el Centro de Barcelona, tenían la suerte de tener un piso de renta antigua pero que, por ese mismo motivo, el propietario del bloque no mantenía adecuadamente. Las fincas continuas habían sido reformadas y alquiladas o vendidas a precios del mercado actual. Pero el bloque donde vivía Clarita había sido abandonado a su suerte y también, abandonado por los que allí sobrevivían.
Clarita lloró mucho ese día. Soñaba con ir al parque por las tardes y que saldría más de aquel piso húmedo y ruidoso.
Poco antes de su octavo cumpleaños, declararon en ruinas su bloque y los trasladaron a un piso compartido de protección oficial. Clarita tuvo que cambiar de colegio, no vio más a sus amigos de clase y también perdió su refugio que era su habitación.
Clara Montes tiene ahora 40 años y vive sola en un pequeño piso de 30 metros a las afueras de Barcelona. Recuerda muy a menudo como su madre nunca le pudo comprar una bicicleta, cada vez que por el sobrepeso que padece le duelen las rodillas.
AUTORA:
Victoria Oset (España)
(NO)
SON COSAS DE NIÑOS
¡Gorda!
¡Fea! ¡Foca! ¡Ballena! Joder, ¿quién puede deprimirse por
adjetivos así entre chavales de Primaria? Si son cosas de niños.
- “Tu hijo está insultando a mi hijo/a y le está haciendo pasar un mal curso”.
- “¿Mi hijo? Eso son cosas de niño”.
Ahí está el problema, en que el acoso escolar, el maltrato entre niños se fragua en casa. Tu hijo es un niño, pero cuando toma la decisión de ir en contra de alguien, de insultar, pegar, vejar a un compañero, deja de ser un niño y se convierte en un arma. No es un arma blanca, ni de fuego. Es un arma contagiosa, infectante. Porque los niños de su alrededor van a querer estar a su favor con tal de no verse envueltos en los mismos insultos que recibe el que, hasta entonces, era su amigo. Y tú, como padre lo estás viendo, te lo estás imaginando, lo intuyes porque es tu hijo y sabes que no se está portando bien con otro niño, pero te la está pelando. OLÍMPICAMENTE. Y entonces, tú eres cómplice de esa arma contagiosa.
Tu hijo es tu hijo, pero páralo antes de que lo conviertas en un delincuente.
- “Tu hijo está insultando a mi hijo/a y le está haciendo pasar un mal curso”.
- “¿Mi hijo? Eso son cosas de niño”.
Ahí está el problema, en que el acoso escolar, el maltrato entre niños se fragua en casa. Tu hijo es un niño, pero cuando toma la decisión de ir en contra de alguien, de insultar, pegar, vejar a un compañero, deja de ser un niño y se convierte en un arma. No es un arma blanca, ni de fuego. Es un arma contagiosa, infectante. Porque los niños de su alrededor van a querer estar a su favor con tal de no verse envueltos en los mismos insultos que recibe el que, hasta entonces, era su amigo. Y tú, como padre lo estás viendo, te lo estás imaginando, lo intuyes porque es tu hijo y sabes que no se está portando bien con otro niño, pero te la está pelando. OLÍMPICAMENTE. Y entonces, tú eres cómplice de esa arma contagiosa.
Tu hijo es tu hijo, pero páralo antes de que lo conviertas en un delincuente.
AUTOR:
Josemi Pérez
DERROTANDO
A LAS GUERRAS
Entre
tú y yo, la vida, el cielo, el ayer, el mañana...
Entre yo y tú, un fallo sintáctico, un contrasentido... un tal vez.
Cada uno en su lado del tablero. Cada cual lanzando dados marcados al nacer... Fichas impulsadas por deseos ajenos. Nación contra nación. Y, sin embargo, corazones sin odio se encuentran. Y ya solo hay labios sobre labios...
Entre yo y tú, un fallo sintáctico, un contrasentido... un tal vez.
Cada uno en su lado del tablero. Cada cual lanzando dados marcados al nacer... Fichas impulsadas por deseos ajenos. Nación contra nación. Y, sin embargo, corazones sin odio se encuentran. Y ya solo hay labios sobre labios...
AUTORA:
Almudena Navarro Sanz
DIFERENCIA
DE MENTES
Ayer
me levante, cogí el móvil y hable con Jaime, tenía que ir a la
escuela así que cogí la mochila y me fui, pero me paso lo peor que
le puede pasar a alguien en la vida, se me cayó el móvil entre las
rendijas de las alcantarillas, odio mi vida, que dura que es. Cuando
volvía vi un hombre en la calle, que suerte que tiene el no se tiene
que preocupar por esto, le habría dado algo pero como había perdido
el móvil yo estaba peor que el.
Ayer me levante, cogí el dinero que mi madre había conseguido para así hacer la comida y cuando ella llegue pueda descansar, pero tuve la mala suerte de que se me cayó el billete y me quede solo con la mitad, sabía lo duro que ella había trabajado y por esa razón me sentía fatal. Cuando volvía vi a un hombre pidiendo en la calle, pensé el está peor que yo y le di un poco de la comida, que aunque era poca sabía que le ayudaría.
Ayer me levante, cogí el dinero que mi madre había conseguido para así hacer la comida y cuando ella llegue pueda descansar, pero tuve la mala suerte de que se me cayó el billete y me quede solo con la mitad, sabía lo duro que ella había trabajado y por esa razón me sentía fatal. Cuando volvía vi a un hombre pidiendo en la calle, pensé el está peor que yo y le di un poco de la comida, que aunque era poca sabía que le ayudaría.
AUTOR:
Raúl López (España)
SÓLO
NIÑOS
Cada
mañana la misma historia. Ojos legañosos, mirada triste. Camina
arrastrando los pies con el semblante cansado. Con sólo ocho años
se comporta como un adulto. Baja la vista al suelo y dice “sí, sí”
cuando le digo que esto no puede seguir así. Le hago mil preguntas
para entender lo que pasa y finalmente me llego a enterar, aunque
justo en ese momento se me ocurre que mejor habría sido no
hacerlo.
Irse a dormir y empezar a escuchar sonidos en la oscuridad van unidos de la mano, sabiendo que pequeños ratones acechan en su habitación. No los ratones bonitos y sonrosados de los cuentos, sino esos otros grises y mugrientos que se multiplican a una velocidad inasumible. La desesperación es palpable, así no hay quien duerma. Ni siquiera con el refugio encontrado en el abrazo del hermano, igualmente asustado pero en apariencia valiente en el papel de hermano mayor.
Difícilmente puede uno estar preparado para esto. No sé qué palabra de aliento y consuelo puedo decir a este niño. Tengo dificultades para disimular mi malestar. No quiero que en mis ojos asome la pena que siento, así que me pongo mi bata de maestra y comienza la actuación. Números, cuentas, letras, poesías, rimas y cuentos son los recursos de que dispongo. Por unas horas olvidamos lo que hay fuera y cantamos alegres, aprendemos, compartimos, hacemos amigos.
Al llegar a casa abrazo a mis hijos y por fin aparecen las lágrimas.
Irse a dormir y empezar a escuchar sonidos en la oscuridad van unidos de la mano, sabiendo que pequeños ratones acechan en su habitación. No los ratones bonitos y sonrosados de los cuentos, sino esos otros grises y mugrientos que se multiplican a una velocidad inasumible. La desesperación es palpable, así no hay quien duerma. Ni siquiera con el refugio encontrado en el abrazo del hermano, igualmente asustado pero en apariencia valiente en el papel de hermano mayor.
Difícilmente puede uno estar preparado para esto. No sé qué palabra de aliento y consuelo puedo decir a este niño. Tengo dificultades para disimular mi malestar. No quiero que en mis ojos asome la pena que siento, así que me pongo mi bata de maestra y comienza la actuación. Números, cuentas, letras, poesías, rimas y cuentos son los recursos de que dispongo. Por unas horas olvidamos lo que hay fuera y cantamos alegres, aprendemos, compartimos, hacemos amigos.
Al llegar a casa abrazo a mis hijos y por fin aparecen las lágrimas.
AUTORA:
Inmaculada Cuesta (España)
DULCE
DE RETAMA
Andrés
camina bajo la lluvia. Se detiene ante el escaparate de una
pastelería. Sus ojos hundidos en la desesperanza devoran cada uno de
los dulces que parecen cobrar vida tras el cristal, mientras traga la
poca saliva seca que le queda. En la puerta del negocio, un cartel
indica: “Hay chocolate con churros”. Se relame y escarba en sus
bolsillos en un intento vano de encontrar nada en la nada. Con las
manos temblorosas aparta la lluvia de su mirada. La boca de su
estómago clama al cielo pero su voz no pasa de la garganta. Su alma
raída, es incapaz de sujetar el abrigo empapado de hambre que le
aplasta como una lápida de mármol. Se aleja despacio, en un intento
de saciar su deseo, pero lo único que logra es acrecentar la
ansiedad entre su mente y un recuerdo recién olvidado. En su camino,
encuentra el remedio que alimenta su cuerpo y entierra su dignidad en
un rincón famélico pegado a sus entrañas. Levanta la tapadera del
contenedor y rebusca entre los despojos algo que sacie la contenida
amargura que como una mueca crónica acompaña su existencia.
AUTOR:
Rafael Aracil Alemañ (España)
LA
GRAN BOUTIQUE
Un
hombre de segunda mano que viste ropa de otros con la mayor dignidad
que puede y lleva en su estómago un plato de sopa de caridad, se
para ante el escaparate de una boutique. Tras derrochar unos momentos
mirando un maniquí, le saluda con la mano tímidamente. Un empleado
indulgente sale a decirle que no se moleste, que no puede verle. "Si
es así", le contesta el hombre, "el mundo está lleno de
maniquíes".
AUTOR:
Lluís Talavera
AGUA
-
¡Mamá Paquita, sale agua! exclamaba Body desde el baño de su nueva
casa con emoción mientras jugaba entre sus dedos con el agua que del
grifo salía.
- ¡Claro que es agua! pensaba su nuevo hermano Alberto que no lograba entender su exclamación...
¡Sí, Body! Aquí es donde te bañarás y lavarás mientras estés con nosotros, y también sirve para hacer la colada y lavar la loza, entre muchas cosas - le dijo su nueva mamá.
Body no lo podía creer. Donde él vivía el agua era un bien tan preciado que cada uno tenía una pequeña cantidad para coger. A veces pasaban largo tiempo sin lavarse e incluso sin poder beber. ¡Qué raro le parecía todo! Ellos caminaban un montón de tiempo para conseguir unas gotas que aquí nacían con solo mover un dedo.
Alberto se acercó a Body y le preguntó si quería jugar al balón. Eso también fue algo que le extrañó, un balón para cada niño, pues allí todo se compartía. Body le explicó sus costumbres y Alberto se sorprendió muchísimo.
Body tuvo que irse pero aquel verano disfrutó y aprendió un montón de cosas con su nueva familia y la familia un montón de él. Alberto lo compartía todo, cerraba el grifo para no malgastar agua pensando en su hermano e incluso apagaba la luz, esa que al principio apagaba sus miedos. Ahora era valiente.
Pues aunque todo es tan diferente, el amor une a la gente y lo iguala todo.
- ¡Claro que es agua! pensaba su nuevo hermano Alberto que no lograba entender su exclamación...
¡Sí, Body! Aquí es donde te bañarás y lavarás mientras estés con nosotros, y también sirve para hacer la colada y lavar la loza, entre muchas cosas - le dijo su nueva mamá.
Body no lo podía creer. Donde él vivía el agua era un bien tan preciado que cada uno tenía una pequeña cantidad para coger. A veces pasaban largo tiempo sin lavarse e incluso sin poder beber. ¡Qué raro le parecía todo! Ellos caminaban un montón de tiempo para conseguir unas gotas que aquí nacían con solo mover un dedo.
Alberto se acercó a Body y le preguntó si quería jugar al balón. Eso también fue algo que le extrañó, un balón para cada niño, pues allí todo se compartía. Body le explicó sus costumbres y Alberto se sorprendió muchísimo.
Body tuvo que irse pero aquel verano disfrutó y aprendió un montón de cosas con su nueva familia y la familia un montón de él. Alberto lo compartía todo, cerraba el grifo para no malgastar agua pensando en su hermano e incluso apagaba la luz, esa que al principio apagaba sus miedos. Ahora era valiente.
Pues aunque todo es tan diferente, el amor une a la gente y lo iguala todo.
AUTORA:
Estefanía Lafuente (España)
ASISTENTE
DE INSTALACIÓN
Asegúrese
de instalar de forma permanente el programa en su sistema operativo
siguiendo estas instrucciones:
1) Seleccione aleatoriamente cualquier opción del cuadro de diálogo “Promesas electorales incumplidas”. Envíela a la papelera de reciclaje.
2) Marque las casillas “Congelación sueldo”, “Subida impuestos” y “Corrupción”.
3) Aplique los filtros “Mayor de 50 años” y “Jefe mediocre”. Deberá reiniciar su equipo.
4) Abra la ventana de proyectos y elimine “A la playa en el puente”, “Pasteles los domingos” y “Bah, un capricho de vez en cuando”.
5) Pulse “Aceptar”.
Instalando la aplicación… Espere.
Se ha producido un error inesperado.
¿Está seguro de que desea salir del Asistente de Instalación de Ciudadano 2.0? Sí/No.
Enviando sus datos al Centro de Control… NO APAGUE SU EQUIPO.
1) Seleccione aleatoriamente cualquier opción del cuadro de diálogo “Promesas electorales incumplidas”. Envíela a la papelera de reciclaje.
2) Marque las casillas “Congelación sueldo”, “Subida impuestos” y “Corrupción”.
3) Aplique los filtros “Mayor de 50 años” y “Jefe mediocre”. Deberá reiniciar su equipo.
4) Abra la ventana de proyectos y elimine “A la playa en el puente”, “Pasteles los domingos” y “Bah, un capricho de vez en cuando”.
5) Pulse “Aceptar”.
Instalando la aplicación… Espere.
Se ha producido un error inesperado.
¿Está seguro de que desea salir del Asistente de Instalación de Ciudadano 2.0? Sí/No.
Enviando sus datos al Centro de Control… NO APAGUE SU EQUIPO.
AUTORA:
Belén Sáenz (España)
TEORÍA
DE LOS SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN
Manuel,
el carrocero, siempre desayuna ojeando la prensa deportiva. Su ídolo
es un futbolista (de iniciales C.R.) cuyo nombre no desvelaré por
motivos legales. Manuel, como es obvio, sí conoce la identidad de
esta estrella portuguesa, aunque ignora que solamente seis eslabones
lo separan de su adorado tótem.
Y es que, desde hace unas semanas, Manuel frecuenta el bar de Xin, que maltrata el castellano y no da conversación, pero cobra el café a ochenta céntimos. Lo que Xin sacrifica en cafés lo compensa con la tragaperras, que promete un premio de mil euros y en la que Ahmed se deja las tardes. Luego, cuando Ahmed sale del bar, se encuentra en el parque con Andrea y comparten pitillos. Están empezando a gustarse.
Andrea pone copas en una discoteca de ambiente del barrio. Uno de los clientes habituales es Marco, un joven italiano con aspiraciones de actor que bebe burbon-cola. Marco suele conversar con Merche cuando dan las luces y no tiene con quien irse a su piso compartido. Ella lo ve como a un hijo y, mientras friega la pista de baile y echa a algún rezagado, lo anima a seguir presentándose a los “castings esos”. Merche preferiría no tener que pelearse con los chavales a esas horas, pero no le queda otra. Acaba en la discoteca a las nueve y luego coge la línea 561, porque, de diez de la mañana a seis de la tarde, limpia en el chalet de… bueno, ya se lo imaginan.
Y es que, desde hace unas semanas, Manuel frecuenta el bar de Xin, que maltrata el castellano y no da conversación, pero cobra el café a ochenta céntimos. Lo que Xin sacrifica en cafés lo compensa con la tragaperras, que promete un premio de mil euros y en la que Ahmed se deja las tardes. Luego, cuando Ahmed sale del bar, se encuentra en el parque con Andrea y comparten pitillos. Están empezando a gustarse.
Andrea pone copas en una discoteca de ambiente del barrio. Uno de los clientes habituales es Marco, un joven italiano con aspiraciones de actor que bebe burbon-cola. Marco suele conversar con Merche cuando dan las luces y no tiene con quien irse a su piso compartido. Ella lo ve como a un hijo y, mientras friega la pista de baile y echa a algún rezagado, lo anima a seguir presentándose a los “castings esos”. Merche preferiría no tener que pelearse con los chavales a esas horas, pero no le queda otra. Acaba en la discoteca a las nueve y luego coge la línea 561, porque, de diez de la mañana a seis de la tarde, limpia en el chalet de… bueno, ya se lo imaginan.
AUTOR:
Asier Susaeta (España)
DESPEDIDA
Los
ojos de muchos hombres están pendientes de sus gestos. Quizá
debería sentirse furioso como ellos, pero no lo está. Tampoco cree
tener nada que agradecer a esa multitud de varones implacables que le
arropa, solidaria con su supuesto agravio, el mismo que tantas veces
él también cometió, al igual que muchos de ellos, sin que nadie
les juzgase ni tuviera ninguna consecuencia.
Al fin se mueve, pero no como todos esperan. Cientos de pares de cejas son arqueadas al unísono. Ha declinado el derecho a hacer uso del brazo antes que nadie para acercarse hasta ella, pobre como él y mujer, la suya, sin derecho a defensa. Le besa la frente, transmite ternura al acariciarle la cabeza bajo el pañuelo que la cubre, agradece el tiempo compartido. Nada más puede hacer, sólo abandonar aquel lugar. Nadie entiende su actitud, menos aún las lágrimas.
Se marcha sin mirar atrás. Despojado de reputación, honor y hombría, sus sandalias no volverán a pisar esa tierra en la que ya nunca será bien visto. La perplejidad inicial de los presentes se interrumpe tras un aullido gutural, señal que da inicio a un repiqueteo de golpes secos. A su espalda comienza la lapidación.
Al fin se mueve, pero no como todos esperan. Cientos de pares de cejas son arqueadas al unísono. Ha declinado el derecho a hacer uso del brazo antes que nadie para acercarse hasta ella, pobre como él y mujer, la suya, sin derecho a defensa. Le besa la frente, transmite ternura al acariciarle la cabeza bajo el pañuelo que la cubre, agradece el tiempo compartido. Nada más puede hacer, sólo abandonar aquel lugar. Nadie entiende su actitud, menos aún las lágrimas.
Se marcha sin mirar atrás. Despojado de reputación, honor y hombría, sus sandalias no volverán a pisar esa tierra en la que ya nunca será bien visto. La perplejidad inicial de los presentes se interrumpe tras un aullido gutural, señal que da inicio a un repiqueteo de golpes secos. A su espalda comienza la lapidación.
AUTOR:
Ángel Saiz Mora (España)
LAS
VOCES DEL DESIERTO
Ibrahima
fue oficialmente escolarizado en la daara de Abdoulaye, donde convive
con otros niños y se esfuerza por memorizar los 114 suras del Corán.
Pero el pequeño no siempre corrió la misma suerte. Llegó a esta
escuela coránica de la mano de cooperantes de una ONG internacional
establecida en Dakar. Fueron ellos quienes lo trasladaron después de
ser alertados por un conductor en la estación de autobuses. El niño
dormía bajo el abrigo de un saco vacío de arroz. El estrés al que
estaba sometido en la anterior daara hizo que huyera del maestro,
pues le obligaba a mendigar en las urbes alejados e incomunicados de
sus padres, prácticamente, desde el amanecer y hasta alcanzar el
irin, la mínima cantidad de dinero a recaudar. Tras nueve horas
mendigando, Ibrahima regresaba a la escuela para recitar los versos
escritos en una tablilla de madera, mientras el ayudante del maestro
hacía restallar un látigo sobre sus cabezas. Y no era eso lo peor
que le podía pasar. Lo peor era deambular por las calles y regresar
con las manos vacías…
Hoy, Ibrahima y el resto de internados se entregan a la oración en sorprendente orden y armonía. Postrados en el suelo, con un ejemplar del Corán en sus manos, recitan los versículos mientras se balancean adelante y atrás. El sonido monótono de sus voces se escabulle por la ventana. Es la banda sonora de esta daara y de otras miles que existen en el país.
Hoy, Ibrahima y el resto de internados se entregan a la oración en sorprendente orden y armonía. Postrados en el suelo, con un ejemplar del Corán en sus manos, recitan los versículos mientras se balancean adelante y atrás. El sonido monótono de sus voces se escabulle por la ventana. Es la banda sonora de esta daara y de otras miles que existen en el país.
AUTORA:
Esther Pujol (España)
NO
QUIERO SER
Tengo
un sueño, y ese sueño lo quiero seguir soñando. Camino por la vida
haciendo frente a mi destino, uno que no elegí, ¡miserable de mí!,
por ser el resultado de una decisión tomada por alguien que no
conozco, escondido está en las profundidades del misterio del
devenir humano, desde donde surgen los designios que han determinado
ser lo que soy, un soy que no quiero ser.
En mis innumerables caminatas entre el gentío, agazapado, enfundado en una capucha que me oculta, procuro que nadie me vea, porque el que me ve me hiere con su mirada, es una daga inmisericorde, rencorosa, que me recuerda a mis antepasados sufridos; siento que esa multitud está no solo un escalón más arriba, sino que varios escalones que hacen imposible toda posibilidad de igualarme a ellos, y lo saben, de ahí sus morisquetas y sus miradas con los ojos entrecerrados, crucificarme quieren pero sin resurrección, ¿quién diablos decidió que fuera negro?.-
En mis innumerables caminatas entre el gentío, agazapado, enfundado en una capucha que me oculta, procuro que nadie me vea, porque el que me ve me hiere con su mirada, es una daga inmisericorde, rencorosa, que me recuerda a mis antepasados sufridos; siento que esa multitud está no solo un escalón más arriba, sino que varios escalones que hacen imposible toda posibilidad de igualarme a ellos, y lo saben, de ahí sus morisquetas y sus miradas con los ojos entrecerrados, crucificarme quieren pero sin resurrección, ¿quién diablos decidió que fuera negro?.-
AUTOR:
Oscar Olivares Dondero (Chile)
DOS
NIÑOS CON CORAZÓN
Ivan
hijo de los dueños de una gran mansión, juega en la arena con otro
pequeño de nombre Juan de su misma edad hijo de una de las
sirvientas de la gran casa. Los dos pequeños como los niños de
cualquier parte del mundo nacen sin sentir ninguna diferencia tanto
física como social. Ellos no perciben que existen razas ni colores.
No saben que el oro da poder ni que hay lugares con comidas
abundantes y otras donde ella carece. Tampoco esperan colegios
particulares ni ropa de marca. Toda esa serie de eventos estamos
dispuestos los padres a enseñarle la diferencia de clases sociales.
Los ricos y poderosos y los pobres desamparados. Ivan y José llenan
cubetas pequeñas de arena y ríen con el agua que les moja. ¿Qué
pasa con nuestro género humano? ¿Qué pasa con los adultos? ¡Por
qué contaminamos a los niños con diferencias que no debieran
existir? Si a los dos niños los durmieran en la misma cama, les
dieran la misma leche para comer y una fruta, seguirían jugando y
sonriendo y lejos de ellos estaría un abismo de clases impuestas por
la sociedad.
AUTORA:
Rosaura Tamayo Ochoa (México)
MODERNO
ROBIN HOOD
—Buenos
días, señor director, su secretaria me ha dicho que quería
verme.
—Sí, sí, pase, Gómez, tome asiento. Según tengo entendido lleva trabajando en nuestro banco catorce años, los siete últimos en el departamento de vivienda.
—Así es.
—Si es tan amable, recuérdeme escuetamente su cometido.
—Cuando se ejecuta una hipoteca, el inmueble pasa a ser propiedad del banco. Comienza entonces una serie de pasos hasta que vuelve a estar disponible en el mercado. Yo me ocupo de que se limpie, que se retiren los viejos enseres y al final lo incorporo en los portales inmobiliarios con los que operamos.
— Ya veo, ¿cuántas viviendas diría usted que han pasado por sus manos?
—Ciento ochenta y cuatro.
—Una cifra exacta que no concuerda con mis informaciones, según estas son ciento noventa y siete.
—Esos trece inmuebles estaban en tan malas condiciones que no consideré oportuno que se asociaran a nuestra firma.
—No le corresponde decidir algo así. ¿Sabe qué creo? Que le ha re-ga-la-do esos pisos a personas ajenas a nuestra cartera de clientes. Estas fotos del detective que lleva siguiéndole desde hace semanas así lo avalan.
—Pues entonces ya sabrá que eran familias sin recursos, con hijos menores, no me pareció ético dejarlos en la calle...
—Debería olvidarse de sentimentalismos y velar por los intereses de nuestros clientes como hago yo ocupándome de los de nuestros accionistas. En vista de lo ocurrido, está despedido. Le deseo suerte.
—Al menos la suerte de trabajar para una empresa con moral.
—Sí, sí, pase, Gómez, tome asiento. Según tengo entendido lleva trabajando en nuestro banco catorce años, los siete últimos en el departamento de vivienda.
—Así es.
—Si es tan amable, recuérdeme escuetamente su cometido.
—Cuando se ejecuta una hipoteca, el inmueble pasa a ser propiedad del banco. Comienza entonces una serie de pasos hasta que vuelve a estar disponible en el mercado. Yo me ocupo de que se limpie, que se retiren los viejos enseres y al final lo incorporo en los portales inmobiliarios con los que operamos.
— Ya veo, ¿cuántas viviendas diría usted que han pasado por sus manos?
—Ciento ochenta y cuatro.
—Una cifra exacta que no concuerda con mis informaciones, según estas son ciento noventa y siete.
—Esos trece inmuebles estaban en tan malas condiciones que no consideré oportuno que se asociaran a nuestra firma.
—No le corresponde decidir algo así. ¿Sabe qué creo? Que le ha re-ga-la-do esos pisos a personas ajenas a nuestra cartera de clientes. Estas fotos del detective que lleva siguiéndole desde hace semanas así lo avalan.
—Pues entonces ya sabrá que eran familias sin recursos, con hijos menores, no me pareció ético dejarlos en la calle...
—Debería olvidarse de sentimentalismos y velar por los intereses de nuestros clientes como hago yo ocupándome de los de nuestros accionistas. En vista de lo ocurrido, está despedido. Le deseo suerte.
—Al menos la suerte de trabajar para una empresa con moral.
AUTOR:
Leo Pla (España)
ROCINHA
Sonia
se levanta con cuidado de no despertar a João, que ronca inundando
la pieza de un hedor a cerveza barata. Ya ni siquiera la toca cuando
ella se acuesta pegada a su costado.
En el cuartucho de las hijas, Sandra tiene un golpe de tos silbante y Sonia la arropa, maldiciendo el aire frío y húmedo del amanecer que entra por el ventanuco sin cristales.
Camina hasta la parada del autobús, dejando atrás la maraña caótica de la favela. Dos paradas y llega al barrio residencial. Tres cuadras más allá, a la mansión. La mucama abre la puerta de servicio, los ojos aún somnolientos de la persona que no tiene prisa por madrugar.
Sonia fregará de rodillas las escalinatas de mármol, lavará a mano las sábanas de hilo y limpiará las bandejas de plata donde se sirven manjares que ella nunca verá.
Por la tarde, al autobús de vuelta va cargado de hombres y mujeres que regresan con unos pocos reales en el bolsillo, los justos para sobrevivir hasta el día siguiente; de niños que solo aprenderán las primeras letras, las justas para leer el nombre de sus ídolos en los carteles del último mundial; de muchachas que serán desfloradas de pie, con la dosis justa de amor para fundar una nueva familia; de viejos que esquivan a la muerte mendigándole un poco más de tiempo, el justo para mostrar a sus hijos el camino circular que seguirá recorriendo el clan, eternamente, hasta el final de los tiempos.
En el cuartucho de las hijas, Sandra tiene un golpe de tos silbante y Sonia la arropa, maldiciendo el aire frío y húmedo del amanecer que entra por el ventanuco sin cristales.
Camina hasta la parada del autobús, dejando atrás la maraña caótica de la favela. Dos paradas y llega al barrio residencial. Tres cuadras más allá, a la mansión. La mucama abre la puerta de servicio, los ojos aún somnolientos de la persona que no tiene prisa por madrugar.
Sonia fregará de rodillas las escalinatas de mármol, lavará a mano las sábanas de hilo y limpiará las bandejas de plata donde se sirven manjares que ella nunca verá.
Por la tarde, al autobús de vuelta va cargado de hombres y mujeres que regresan con unos pocos reales en el bolsillo, los justos para sobrevivir hasta el día siguiente; de niños que solo aprenderán las primeras letras, las justas para leer el nombre de sus ídolos en los carteles del último mundial; de muchachas que serán desfloradas de pie, con la dosis justa de amor para fundar una nueva familia; de viejos que esquivan a la muerte mendigándole un poco más de tiempo, el justo para mostrar a sus hijos el camino circular que seguirá recorriendo el clan, eternamente, hasta el final de los tiempos.
AUTORA:
Asun Paredes (España)
LA
FUNDACIÓN DE ATORRANTOLANDIA
«¿No
me quieres?, sistema ¡Mira qué casualidad! ¡Pues yo tampoco te
quiero!». Un buen día, el de las definiciones, me dejé de
lilailas, de agachar el moño y reclamar en voz baja no exenta de
pudor mis derechos republicanos, y con diez desahuciados más del
ejército industrial de reserva fundamos, sin permiso,
Atorrantolandia, la villa donde, como acaecía antes de que el ballet
capital lo inficionara todo, puedes conseguir lo que necesitas por la
vía expedita del trueque y la fuerza inefable de la solidaridad. No
fue tarea fácil, pero, cátate, lo logramos. En dos años, mil
parroquianos que perdimos casa, trabajo y dignidad a cuenta de la
burbuja rota logramos sobrevivir y pelechar creando y sosteniendo
nuestro propio sistema económico. Triunfamos. Entonces comenzó el
ataque a mansalva. Cuando la vida volvía a ser grata, los tunantes
de siempre nos armaron el toletole ofreciéndonos, a trancas y
barrancas, “seguridad”, papel moneda, banca y diputados que
defiendan nuestros intereses. O aceptábamos, o nos barrían del
mapa. Y nos barrieron. Por eso, dejamos Atorrantolandia para erigir
otra exactamente igual. En el culo del mundo, si no hay más remedio.
Es por demás, los dueños del pastel jamás volverán a soplarnos
los mocos.
AUTOR:
José Aristóbulo Ramírez (Colombia)
PUERTAS
CERRADAS
Ángela
sale cabizbaja de la oficina de empleo. Tampoco esta vez ha habido
suerte. Aunque todavía es joven, camina arrastrando los pies hasta
la casa de su padre, con el que ha regresado desde que el banco se
quedó con su vivienda.
-Me llaman para unos días, papá -le miente sonriendo-. Ya verás como esta vez les gusto y me renuevan el contrato.
-Menos es nada -la anima el anciano desde su sillón -. Marta estará al llegar, le darás una alegría. Esta niña vale mucho y merece ser la enfermera que sueña.
-Ya nos ayudas bastante -le roza con cariño la mejilla-. Contigo tenemos techo y comida. De la carrera de Marta ya me encargaré yo.
La vieja casa familiar encierra entre sus paredes recuerdos de tiempos esperanzados: fotografías de una muchacha que sonreía feliz con su título -logrado con el esfuerzo familiar y la ayuda de las becas-, de una madre joven acunando a su criatura, de aquellas vacaciones en la playa...
Hoy son el reflejo de los sueños truncados, de una época en la que vivir consistía en seguir un camino recto hacia el horizonte.
Cuando quebró la empresa en que trabajaba, Ángela no podía imaginar que su vida se reduciría a hacer equilibrios, a llamar a puertas que se le cerraban, al nudo constante que la atenazaba por dentro.
Ahora su mayor temor es no poder ofrecerle a su hija la posibilidad de continuar sus estudios.
-Me llaman para unos días, papá -le miente sonriendo-. Ya verás como esta vez les gusto y me renuevan el contrato.
-Menos es nada -la anima el anciano desde su sillón -. Marta estará al llegar, le darás una alegría. Esta niña vale mucho y merece ser la enfermera que sueña.
-Ya nos ayudas bastante -le roza con cariño la mejilla-. Contigo tenemos techo y comida. De la carrera de Marta ya me encargaré yo.
La vieja casa familiar encierra entre sus paredes recuerdos de tiempos esperanzados: fotografías de una muchacha que sonreía feliz con su título -logrado con el esfuerzo familiar y la ayuda de las becas-, de una madre joven acunando a su criatura, de aquellas vacaciones en la playa...
Hoy son el reflejo de los sueños truncados, de una época en la que vivir consistía en seguir un camino recto hacia el horizonte.
Cuando quebró la empresa en que trabajaba, Ángela no podía imaginar que su vida se reduciría a hacer equilibrios, a llamar a puertas que se le cerraban, al nudo constante que la atenazaba por dentro.
Ahora su mayor temor es no poder ofrecerle a su hija la posibilidad de continuar sus estudios.
AUTORA:
Carmen Cano Soldevila (España)
DESPUÉS
DE LA TORMENTA
El
huracán había pasado: las últimas gotas de lluvia caían sobre los
campos yermos, desolados. Minutos después, la chica salió de su
escondite.
Atónita recorrió aquel horizonte de muerte bajo un cielo ya escampado: no quedaba una casa en pie, ni siquiera la del rancho de su maldito patrón. Las piernas le temblaron, cayó de rodillas. Y lloró amargamente durante largo tiempo.
Recordó a su padre regresando borracho hacía apenas unas horas. Luego llegaron los hijos del patrón buscándolo… Según había echado a perder una cosecha entera. Tras golpearlo brutalmente, se dispusieron a destruir la casa. Al entrar, la encontraron: quisieron violarla. Apareció su novio e intentó evitarlo… De cuatro machetazos lo dejaron sin vida. Ella corrió a su lado pero fue levantada de las greñas al igual que su vestido. En ese momento, el huracán arrancó el techo de la casa sin piedad. Y con él, a esos hijos de puta, al cuerpo sin vida de su novio y hasta al de su maltrecho padre… Todos desaparecieron entre el tornado. Ella logró esconderse dentro del agujero de leña.
Comenzó a maldecir al universo, a su destino, a todo… hasta a Dios. Fue cuando sintió ese espasmo tan extraño. En su desesperación había olvidado al hijo que cargaba en sus entrañas.
Sintió unas pataditas y con eso bastó: su esperanza resurgió. Ella y su hijo, solos, podrían reconstruir aquella casa. Y así enseñar a los que vinieran a convivir todos en paz, sin odios inútiles.
Atónita recorrió aquel horizonte de muerte bajo un cielo ya escampado: no quedaba una casa en pie, ni siquiera la del rancho de su maldito patrón. Las piernas le temblaron, cayó de rodillas. Y lloró amargamente durante largo tiempo.
Recordó a su padre regresando borracho hacía apenas unas horas. Luego llegaron los hijos del patrón buscándolo… Según había echado a perder una cosecha entera. Tras golpearlo brutalmente, se dispusieron a destruir la casa. Al entrar, la encontraron: quisieron violarla. Apareció su novio e intentó evitarlo… De cuatro machetazos lo dejaron sin vida. Ella corrió a su lado pero fue levantada de las greñas al igual que su vestido. En ese momento, el huracán arrancó el techo de la casa sin piedad. Y con él, a esos hijos de puta, al cuerpo sin vida de su novio y hasta al de su maltrecho padre… Todos desaparecieron entre el tornado. Ella logró esconderse dentro del agujero de leña.
Comenzó a maldecir al universo, a su destino, a todo… hasta a Dios. Fue cuando sintió ese espasmo tan extraño. En su desesperación había olvidado al hijo que cargaba en sus entrañas.
Sintió unas pataditas y con eso bastó: su esperanza resurgió. Ella y su hijo, solos, podrían reconstruir aquella casa. Y así enseñar a los que vinieran a convivir todos en paz, sin odios inútiles.
AUTOR:
Alexandro Arana Ontiveros (México)
LA
LOCA
1
Pasó algo y desde ahí le pusieron "la loca del pueblo". Luego sucedieron más cosas… ¡Se le quedó el apodo para siempre! Finalmente vino lo de su familia, quién sabe qué pasó exactamente, el caso es que ahora sabemos que oficialmente está loca de remate. Por eso nadie quería acercársele. Hasta que por suerte se largó la maldita vieja…
2
Tuve la mala fortuna de entrar en la tienda de mi tío justo cuando estaba corriendo a mi sobrina por haber quedado embarazada irresponsablemente. No la defiendo pues apenas era una adolescente, pero sacarla a la calle en su estado era una irresponsabilidad mayor. ¡Le dije que se fuera a vivir conmigo! Desde ahí me empezaron a llamar "la loca".
Luego, para acabarla de amolar, salvé a mi hermana de ser brutalmente golpeada por su marido ebrio. Eso y ayudar a un perro atropellado me otorgaron el apodo para siempre.
Todo eso podría haberlo aceptado, pero enterarme que quienes continuaron alimentando los chismes sobre mi locura eran de mi propia familia, fue lo que me hizo decidirme a largarme de este pueblo que tiene una mentalidad tan cerrada y enferma.
Al fin que todo cambio siempre es para mejorar. Estoy segura que hacia donde vayamos las cuatro (mi sobrina, mi hermana, mi perra y yo), podremos forjar una verdadera familia basándonos en el respeto y la comprensión entre nosotras.
Pasó algo y desde ahí le pusieron "la loca del pueblo". Luego sucedieron más cosas… ¡Se le quedó el apodo para siempre! Finalmente vino lo de su familia, quién sabe qué pasó exactamente, el caso es que ahora sabemos que oficialmente está loca de remate. Por eso nadie quería acercársele. Hasta que por suerte se largó la maldita vieja…
2
Tuve la mala fortuna de entrar en la tienda de mi tío justo cuando estaba corriendo a mi sobrina por haber quedado embarazada irresponsablemente. No la defiendo pues apenas era una adolescente, pero sacarla a la calle en su estado era una irresponsabilidad mayor. ¡Le dije que se fuera a vivir conmigo! Desde ahí me empezaron a llamar "la loca".
Luego, para acabarla de amolar, salvé a mi hermana de ser brutalmente golpeada por su marido ebrio. Eso y ayudar a un perro atropellado me otorgaron el apodo para siempre.
Todo eso podría haberlo aceptado, pero enterarme que quienes continuaron alimentando los chismes sobre mi locura eran de mi propia familia, fue lo que me hizo decidirme a largarme de este pueblo que tiene una mentalidad tan cerrada y enferma.
Al fin que todo cambio siempre es para mejorar. Estoy segura que hacia donde vayamos las cuatro (mi sobrina, mi hermana, mi perra y yo), podremos forjar una verdadera familia basándonos en el respeto y la comprensión entre nosotras.
AUTOR:
Alexandro Arana Ontiveros (México)
DEFINITIVAMENTE
CULPABLES (SEGÚN ELLOS)
¡Por
supuesto que era una bruja! Y eso quedó completamente demostrado
mientras la torturaban pues empezó a transformarse en una infinidad
abrumadora de personajes…
Primero en una adolescente violada por algún familiar cercano que siempre se queda en “nuestro secreto”, luego en una mujer golpeada por su cónyuge borracho y machista, después en una joven en minifalda acosada por los hombres en plena calle porque si se viste así no es nuestra culpa que se nos antoje, también en una anciana indígena brutalmente asesinada por defender sus tierras, sus raíces, en activista denigrada, vilipendiada, en una estudiante menospreciada solo por ser mujer que para tener mejores calificaciones debe soportar el acoso del maestro, en trabajadora doméstica sin derechos laborales, en una niña robada desde su pueblo hasta este infierno de pornografía…
En fin, en otras decenas de personajes femeninos más que ellos no conocían ni alcanzaban a comprender porque aún no existían pero de las cuales esa bruja resultaba el antecedente del odio constante que sufrirían al paso de los siglos.
Primero en una adolescente violada por algún familiar cercano que siempre se queda en “nuestro secreto”, luego en una mujer golpeada por su cónyuge borracho y machista, después en una joven en minifalda acosada por los hombres en plena calle porque si se viste así no es nuestra culpa que se nos antoje, también en una anciana indígena brutalmente asesinada por defender sus tierras, sus raíces, en activista denigrada, vilipendiada, en una estudiante menospreciada solo por ser mujer que para tener mejores calificaciones debe soportar el acoso del maestro, en trabajadora doméstica sin derechos laborales, en una niña robada desde su pueblo hasta este infierno de pornografía…
En fin, en otras decenas de personajes femeninos más que ellos no conocían ni alcanzaban a comprender porque aún no existían pero de las cuales esa bruja resultaba el antecedente del odio constante que sufrirían al paso de los siglos.
AUTOR:
Alexandro Arana Ontiveros (México)
UNA
NIÑA
Tenía
el ingenio que la necesidad arranca y, por eso, tuvo la pericia de
situarse con su gracia y su simpática sonrisa en la calle más
concurrida desde las primeras horas del día hasta casi entrada la
noche.
Los
que más lo agradecían eran los que de buena mañana se dirigían
malhumorados al trabajo. Algunos, los menos, le compraban una flor y
continuaban con el aura de solidaridad y alegría que la pequeña de
tez morena e hipnóticos ojos azules tenia la capacidad de
regalarles.
Cuando
aquel lunes se vieron despojados de su presencia se apesadumbraron,
por un lado por si le habría pasado algo y por otro por verse
privados de ese mohín tan entrañable.
Por
fin, volvieron a verla el sábado cuando salían a pasear con sus
hijos o tomarse el aperitivo y, aunque no era lo mismo, también se
alegraron.
A
los que tuvieron la inquietud por saber del porqué de su ausencia,
les comentó con enorme júbilo, que ahora iba a la escuela como
siempre había deseado.
Algunos,
los menos, se preguntaron con escozor por qué no habían caído en
la cuenta.
AUTOR:
Javier Palanca Corredor (España
FEMINICIDIO
Era
marzo de 1985. Accioné el altavoz y grité para dar la orden de
salida:
—¡Gracias
a todas por venir a luchar por nuestro derecho a la vida!... y ahora
¡silencio compañeras! —Mis palabras salieron poderosas y así se
difuminaron entre las quinientas mujeres que habían acudido al
llamado.
Las
pancartas se alzaron y empezamos a caminar con una cinta pegada a los
labios. Serían cinco kilómetros con la voz apagada, así
protestaríamos por los veintidós feminicidios que iban en el año.
En enero había sido mi hermana Xiomara, la semana anterior la
conductora del programa de radio sobre feminismo. ¿Quién seguía?
Iba enojada caminando por la calle, con mis hermanas circundándome,
marchábamos paso a paso, cada una reflexionando y preparando a su
fiera interior. Miré unos segundos hacia atrás y vi sus almas
palpitando, sus ojos de sangre y sus lágrimas de impotencia. Ésa
vez no descansaríamos hasta generar eco, levantaríamos un viento
imparable que acabara con la impunidad.
Avanzábamos,
la gente nos miraba con extrañeza, ¿qué harán esas locas? Para el
mundo, la lucha de una mujer era igual a desvarío. Nunca más.
Cuando llegué al edificio de gobierno y me paré frente a todas,
saqué nuevamente el altavoz:
—Hemos
venido a exigir justicia por nuestras hermanas... —No me dejaron
terminar. Llegó el dolor, la sangre caía desquiciada por mi pecho,
mis compañeras me detenían, oía gritos de todos colores y sabores,
se había roto el silencio.
Fui
la número veintitrés.
AUTORA:
Karla Liliana López San RománUNA
NIÑA
Tenía
el ingenio que la necesidad arranca y, por eso, tuvo la pericia de
situarse con su gracia y su simpática sonrisa en la calle más
concurrida desde las primeras horas del día hasta casi entrada la
noche.
Los
que más lo agradecían eran los que de buena mañana se dirigían
malhumorados al trabajo. Algunos, los menos, le compraban una flor y
continuaban con el aura de solidaridad y alegría que la pequeña de
tez morena e hipnóticos ojos azules tenia la capacidad de
regalarles.
Cuando
aquel lunes se vieron despojados de su presencia se apesadumbraron,
por un lado por si le habría pasado algo y por otro por verse
privados de ese mohín tan entrañable.
Por
fin, volvieron a verla el sábado cuando salían a pasear con sus
hijos o tomarse el aperitivo y, aunque no era lo mismo, también se
alegraron.
A
los que tuvieron la inquietud por saber del porqué de su ausencia,
les comentó con enorme júbilo, que ahora iba a la escuela como
siempre había deseado.
Algunos,
los menos, se preguntaron con escozor por qué no habían caído en
la cuenta.
AUTOR:
Javier Palanca Corredor (España)
FEMINICIDIO
Era
marzo de 1985. Accioné el altavoz y grité para dar la orden de
salida:
—¡Gracias
a todas por venir a luchar por nuestro derecho a la vida!... y ahora
¡silencio compañeras! —Mis palabras salieron poderosas y así se
difuminaron entre las quinientas mujeres que habían acudido al
llamado.
Las
pancartas se alzaron y empezamos a caminar con una cinta pegada a los
labios. Serían cinco kilómetros con la voz apagada, así
protestaríamos por los veintidós feminicidios que iban en el año.
En enero había sido mi hermana Xiomara, la semana anterior la
conductora del programa de radio sobre feminismo. ¿Quién seguía?
Iba enojada caminando por la calle, con mis hermanas circundándome,
marchábamos paso a paso, cada una reflexionando y preparando a su
fiera interior. Miré unos segundos hacia atrás y vi sus almas
palpitando, sus ojos de sangre y sus lágrimas de impotencia. Ésa
vez no descansaríamos hasta generar eco, levantaríamos un viento
imparable que acabara con la impunidad.
Avanzábamos,
la gente nos miraba con extrañeza, ¿qué harán esas locas? Para el
mundo, la lucha de una mujer era igual a desvarío. Nunca más.
Cuando llegué al edificio de gobierno y me paré frente a todas,
saqué nuevamente el altavoz:
—Hemos
venido a exigir justicia por nuestras hermanas... —No me dejaron
terminar. Llegó el dolor, la sangre caía desquiciada por mi pecho,
mis compañeras me detenían, oía gritos de todos colores y sabores,
se había roto el silencio.
Fui
la número veintitrés.
AUTORA:
Karla Liliana López San Román (México)
MAYIDA
Hoy
debería ser un día muy feliz para Mayida. Hoy se casa su hijo. Hoy
debería ser el primer día del resto de su vida. Esperaba comenzar a
descansar hoy porque Mayida no ha parado de trabajar desde que era
una niña. Cuando tenía dos o tres años, comenzó a cuidar a sus
hermanos, a llevar agua, a limpiar, a fregar, a cocinar. Cuando se
casó –Mayida sólo tenía entonces trece años–, se trasladó a
casa de su marido. Allí, además de seguir siendo la criada de
todos, tuvo que soportar a su suegra: Mayida la odiaba. Pronto, tuvo
hijos. Uno, dos, cinco, siete. Los días pasaban lentos. El marido de
Mayida murió en la guerra, su segundo se fue a luchar a las
montañas. Dos hijas enfermaron y murieron, la mayor se casó.
Hoy debería ser un día muy feliz para Mayida. Hoy se casa su hijo. Sin embargo, hay algo que preocupa a Mayida: su nuera fue a la escuela, tiene un trabajo –¿qué clase de mujer trabaja fuera de casa?–, casi nunca lleva el burka. Hoy Mayida no puede ser feliz.
Hoy debería ser un día muy feliz para Mayida. Hoy se casa su hijo. Sin embargo, hay algo que preocupa a Mayida: su nuera fue a la escuela, tiene un trabajo –¿qué clase de mujer trabaja fuera de casa?–, casi nunca lleva el burka. Hoy Mayida no puede ser feliz.
AUTOR:
Plácido Romero (España)
VALOR
Y PRECIO
—Señorita
Álvarez, me sorprende pero me alegra verla aquí. Hay que valorar su
esfuerzo.
—Muchas gracias, rector Martín.
—Pero, lamentablemente debo decirle que ya no está vacante la plaza de doctorado que le prometí.
—No lo entiendo, tengo la nota más alta de esta facultad.
—Es cierto, señorita Álvarez, pero la mayoría de los miembros de mi departamento desconfían de su buen hacer. Usted… usted, puede cometer errores humanos.
—¿Como todos, no?
—Sí y no, me pone en un aprieto verbalizando algo que sabe tan bien usted como yo. Sin los implantes neuronales de coltán no es suficientemente rentable ni precisa.
—Y alguien los ha pagado en estos últimos días, ¿cierto?
—Es información confidencial pero valoro su esfuerzo y su inteligencia y espero que sepa también ser lista: Cabanillas se los instaló ayer.
—Fue el quinceavo en nota.
—Pero tiene dinero para ser el primero.
—Muchas gracias, rector Martín.
—Pero, lamentablemente debo decirle que ya no está vacante la plaza de doctorado que le prometí.
—No lo entiendo, tengo la nota más alta de esta facultad.
—Es cierto, señorita Álvarez, pero la mayoría de los miembros de mi departamento desconfían de su buen hacer. Usted… usted, puede cometer errores humanos.
—¿Como todos, no?
—Sí y no, me pone en un aprieto verbalizando algo que sabe tan bien usted como yo. Sin los implantes neuronales de coltán no es suficientemente rentable ni precisa.
—Y alguien los ha pagado en estos últimos días, ¿cierto?
—Es información confidencial pero valoro su esfuerzo y su inteligencia y espero que sepa también ser lista: Cabanillas se los instaló ayer.
—Fue el quinceavo en nota.
—Pero tiene dinero para ser el primero.
AUTOR:
Ignacio J. Borraz (España)
(DES)ESPERANZA
Salen sigilosamente de las habitaciones
de sus hijos tras comprobar, con lágrimas en los ojos, que siguen
bien dormidos. Unas habitaciones que mañana ya no serán suyas, sino
del banco. Unos hijos cuya respiración es acompañada por el
escandaloso rugir de sus hambrientos estómagos. Unas lágrimas que
ya no pueden ni quieren derramar más estos desesperados padres. Unos
ojos cansados y envejecidos que han visto la angustia hacer mella en
ellos.
“Dormid bien angelitos” piensan.
“Así no sentiréis nada cuando llegue el gas para sumirnos a todos
en un sueño muy profundo, del que pronto despertaremos felices en el
cielo.”
AUTORA:
M. Carme Marí (Espanya)
VIDAS
Un hombre,
con la desesperanza pintada en el rostro, observa el interior de una
papelera en la avenida. Absorto, mira sin mirar pensando por dónde
se escaparon su vida, sus oportunidades, sus anhelos... por qué
caminos llegó a su actual rincón bajo el puente. Impotente, llora.
La
penetrante mirada de desprecio de una transeúnte le atraviesa el
alma, cual puñal clavándose en su cuerpo, y lo saca del
ensimismamiento. A través de las lágrimas busca bollos y bocadillos
que tiran los escolares a medio comer. Esta vez ha habido suerte, no
cayeron sobre excrementos de los chihuahuas que pasean las
asistentas.
AUTORA:
M. Carme Marí (Espanya)
Una
lágrima resbaló por el rostro del niño mientras a su espalda
alguien gritaba ¡Gol! No se giró, solo necesito un segundo para
saber que aquello no cambiaba nada.
AUTOR: Miguel Torija (España)
AUTOR: Miguel Torija (España)
3 comentarios:
¡Volveremos a la alambrada!
GraCias Miguel
Besicos
Dónde han ido a parar todos los re latos seleccionados?
Me temo que en esta edición no va a haber libro digital con los relatos de la PMI.
Varias editoriales han rechazado el proyecto y dada la pobre acogida que han tenido los libros de las dos anteriores ediciones, no merece la pena el esfuerzo que hay que hacer para publicar el libro en alguna plataforma digital.
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