jueves, 11 de octubre de 2012

¿Y SI? (8)

¿Y si la agricultura fuese la solución?



Javier Moliner, el presidente de la Diputación de Castellón, quizá piense que sí, que la agricultura puede ser el futuro y por eso ha prometido a la Federación Provincial de Agricultores y Ganadores que dedicará parte del presupuesto de la entidad provincial a detectar áreas forestales susceptibles de ser recalificadas a agrícolas. Resulta que acaba de descubrir que el 80 % del territorio provincial está declarado bosque y eso parece que es inconcebible. Si esas tierras fuesen cultivos o pastos podrían, sus propietarios, pedir ayudas a la Unión Europea. La idea, al parecer, consiste en transformarlas en agrícolas y después pedir las subvenciones. Dinero fácil. Los tiempos en que el suelo agrícola se recalificaba masivamente a urbano han pasado y al dirigente popular se le ha ocurrido que hay que abrir una nueva era de recalificaciones, ahora le toca a los bosques.
Dándole vueltas a esta brillante idea de Javier Moliner se me ocurre que podría comentársela a su compañero de filas y presidente de la Generalitat Valenciana Alberto Fabra que tiene mucha experiencia en recalificaciones. En su etapa como concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Castellón fue el impulsor de muchas de ellas en el término municipal. Cuando se juntaran, podrían revisar los beneficios que ha supuesto convertir el naranjal que rodeaba la ciudad en descampados, perdón, en terreno urbano. Podrían comenzar mirando las fotos que acompañan a este artículo, son de Els Mestrets, una zona muy próxima a las nuevas dependencias de la Diputación, así que podrían incluso acercarse a ella dando un paseo. Se trata de un rectángulo de un millón de metros cuadrados (cerca de 200 campos de fútbol) que comienza junto a la carretera de Borriol y llega hasta el cuartel de Tetuán. En él se iban a construir 6.000 viviendas, un Centro de Convenciones diseñado por Calatrava y la sede de la VIU presuntamente diseñada -para no ser menos- por Frank Gehry, todo ello alejado dos quilómetros del casco urbano. El proyecto ha sido paralizado por los tribunales pero el daño ya está hecho.
Se me ocurre también que Javier Moliner podría pensar en meter mano a estas parcelas antes que a los bosques. Quizá así pueda revertir el daño social y ambiental que esta recalificación produjo, antes que a algún desaprensivo se le ocurra pedir cuentas a Alberto Fabra.
Para valorar el daño social solo habría que preguntar a los antiguos propietarios que fueron empujados a vender sus huertos a las constructoras o directamente fueron expropiados. En la mayoría de los casos tienen que añadir al hecho de no haber cobrado todavía por sus tierras, la necesidad de buscar otro hogar e incluso otra forma de vida.
El daño ambiental es evidente, los nuevos propietarios se desentendieron de los huertos que se han convertido en un enorme descampado. La desaparición de este naranjal ha privado a la ciudad de parte del pulmón verde que la rodeaba y a la fauna de su hábitat. Si se persigue a los propietarios de paranys para proteger a las aves del naranjal, ¿qué habría que hacer con los impulsores de la eliminación de su hábitat?
Probablemente ayudar al sector agrícola de la provincia puede ser una buena idea, que además podría ayudar a generar riqueza, pero para ello no es necesario roturar bosques. ¿No sería más fácil recuperar las tierras que durante siglos demostraron su fertilidad y que en su día fueron recalificadas para proyectos insensatos? Claro que, bien pensado, recalificando bosques nos íbamos a ahorrar un dineral en protección de incendios.

2 comentarios:

Elysa dijo...

Está todo dicho en el artículo, pero la pregunta siempre es la misma ¿hacemos algo? No sé estamos tan inmersos en tantos problemas creados por la codicia de unos cuantos que no vemos esto y al fin y al cabo todo forma parte del mismo agujero negro en el que estamos metidos.

Besitos

Miguel Torija Martí dijo...

Gracias por tu comentario Elysa. Tienes toda la razón, el perfume de la "mierda" que nos rodea nos ha anestesiado y prácticamente no tenemos ya fuerzas más que para taparnos la nariz y seguir caminando entre ella.