El mundo literario suele ser ingrato. Sobre todo si uno se adentra en él con pudor y compromiso con lo que escribe.
Menos mal que, de cuando en cuando, tengo la suerte de conocer a jóvenes que respetan la literatura bastante más que los que se supone que la deberían respetar.
Gracias a Cristina Somoza por dejar que, hace unos días, sus alumnos del Überwald Gymnasium de Wald-Michelbach (Alemania) conociesen los entresijos de la creación literaria y se convirtiesen por un rato en escritores.
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